En el Perú, hablar de cobre no es solo hablar de miner&...
En febrero pasado el Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor) anunció un plan contra la deforestación de los bosques amazónicos, iniciativa que cuenta con el apoyo del Banco de Desarrollo Alemán (BDA). La inversión de US$ 420 millones por cinco años prevé detener a los taladores ilegales y contrabandistas de madera asentados impunemente en 14 regiones del país, entre ellas San Martín, Loreto, Ucayali, Huánuco, Madre de Dios, Junín, Pasco, Amazonas y Cusco.
Según Serfor, 154,766 hectáreas forestales fueron taladas ilegalmente en 2018, haciendo un acumulado de 2.28 millones de hectáreas deforestadas entre 2001 y 2018. En este contexto, para Carlos Cabrejos, investigador forestal, este intento de Serfor y del BDA no sería otra cosa que “más de lo mismo”, así como los intentos fallidos del desarrollo forestal ordenado y planificado por parte del Estado.
No obstante el entusiasmo por la cooperación alemana, Alberto Gonzáles-Zúñiga Guzmán, ex director ejecutivo de Serfor, señaló que de los 10 millones de hectáreas concesionadas para actividades forestales, solo dos concesiones en Madre de Dios son manejadas correctamente. Otros ocho millones de hectáreas fueron devueltas al Estado, están en proceso de entrega o simplemente se encuentran abandonadas. Vale señalar que la devolución y abandono de las concesiones es por la falta de conocimiento, experiencia y capacidad financiera de las empresas concesionarias. Y también por la violencia en los bosques debido al narcotráfico, tráfico de terrenos y sicariato. Si las actuales condiciones de las actividades forestales son deprimentes, ¿para qué insistir en procesos de forestación y reforestación que no ofrecen los resultados esperados?
Según Serfor, la situación de los bosques peruanos es consecuencia, en un 95%, de la denominada “agricultura migratoria”. El 5% restante por la minería ilegal, tala ilegal y otras actividades delictivas. como el narcotráfico. Todas ellas están controladas por Sendero Luminoso, tal como sucedía en los años ochenta del siglo pasado. Para Cabrejos, este escenario adverso es también consecuencia de las campañas constantes de desinformación y desprestigio de las actividades forestales peruanas promovidas por las oenegés vinculadas al ambientalismo ideológico. Por esas oenegés la madera peruana es de procedencia dudosa, lo que hace peligrar su comercialización en el mundo.
Lamentablemente, el silencio del Estado peruano frente a esta ofensiva, afecta al sector forestal. Las campañas destinadas a reducir el desarrollo de los bosques y la producción de madera y derivados de la madera de manera legal, cuidando el medio ambiente, no son respondidas por los gobiernos nacionales. ¿Qué hacer? es la gran pregunta. ¿Acaso recibir permanentemente ayuda exterior para ejecutar planes de forestación legal que, en la práctica, tampoco logran los resultados esperados, y que son “flor de un solo día”? ¿O depender de una autoridad supranacional, como intenta hacer el tratado de Escazú?
El poco y hasta casi imperceptible avance de las inversiones forestales es por la falta de Estado en los bosques. Y también por un simple concepto económico: las inversiones llegan a donde hay estabilidad social, política y jurídica, donde las probabilidades de multiplicar la inversión y la riqueza son mayores. En este contexto, si la producción e industrialización de la madera es económicamente más rentable que la “agricultura migratoria”, el investigador Cabrejos se pregunta ¿por qué el Estado no organiza, en las comunidades amazónicas, actividades de tala y reforestación, en lugar de la agricultura de subsistencia y familiar?
Se ha calculado que Perú fácilmente podría superar los US$ 15,000 o US$ 20,000 millones en exportaciones forestales. Ese espectacular desarrollo detendría la importación de madera y derivados de madera. Y así, módulos escolares como los donados recientemente por la minera Gold Fields en Cajamarca, costarían tres veces más barato que los módulos del Ministerio de Educación (Minedu), fabricados con materiales importados.
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