David Auris Villegas
Ser maestro
Hacia un nuevo contrato social para la educación
Todo maestro es el socio ideal de los estudiantes y, por naturaleza, un formidable acompañante en su desarrollo personal. Esta comunidad cultural, resiliente y educadora, a pesar de sus defectos y limitaciones, como todo lo humano, incesantemente siembra el amor en los corazones y esparce los conocimientos de relámpagos y luces que iluminarán los diferentes senderos a lo largo de la vida de las personas.
Precisamente en este mes de octubre, alrededor del planeta se les rinde un homenaje a los maestros, reconociéndolos como una milicia pedagógica que no conoce fronteras en su larga batalla contra la ignorancia y la mala fe. Con la aspiración de satisfacer a las sociedades cada vez más exigentes, ellos requieren poseer mayores competencias y son los gobiernos de cada país los que están obligados a revalorizarlos e invertir en ellos, con la finalidad de construir una sociedad competente.
Desde 1994, y con la finalidad de rendirle un justo reconocimiento a esa abnegada labor docente, tanto la Unesco y la Organización Internacional del trabajo (OIT), cada cinco de octubre lideran la celebración, el Día Mundial de los Docentes, ahora abocados a "Valorar la voz del docente: hacia un nuevo contrato social para la educación". Esto significa desplegar un esfuerzo por mejorar la condición personal y profesional y elevar el prestigio de esta profesión en cada país.
Aunque no es suficiente, el Gobierno peruano, consciente de la deuda hacia los educadores, cada primera semana de octubre, desde 1949, suele otorgar el más alto reconocimiento a los docentes por parte del Estado, denominado Palmas Magisteriales en tres categorías, Educadores, Maestro y Amauta. Este galardón premia a profesionales peruanos y extranjeros por su extraordinaria contribución a la educación, traducida en un amplio reconocimiento público. Este año fueron reconocidos 17 personalidades.
Curiosamente en este mes de la educación, en esa batalla por una identidad pedagógica que irradie luz para todos, recordamos el poderoso mensaje de Miguel Grau en el día que se inmoló por nuestra libertad, “pedirte que atiendas con sumo esmero y tenaz vigilancia a la educación de nuestros hijos idolatrados”. Si bien este encargo es parte de la carta de Grau dirigida a su esposa, también es un mensaje a la conciencia pedagógica del cuerpo docente.
Más allá de buscar los premios, el mayor legado de los maestros es dejar en la vida de los estudiantes un hermoso recuerdo que les permita vivir con plenitud en su vida actual y futura.
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