Dante Olivera

Seamos realistas: pidamos lo posible

La voluntad no siempre se impone a la realidad

Seamos realistas: pidamos lo posible
Dante Olivera
14 de septiembre del 2023


A los adolescentes de este país se nos enseña brevemente sobre la historia del Mayo del 68 francés en quinto año de secundaria. La historia de las protestas, encabezadas principalmente por jóvenes y estudiantes universitarios, es harto conocida: protestas que hacían una crítica a la sociedad de consumo, al capitalismo (he de saber diferenciar capitalismo de consumismo), al contexto de la guerra fría y al
status quo de aquel entonces. Se podía encontrar frases típicas como por ejemplo “la imaginación al poder”, “prohibido prohibir”, “seamos realistas, pidamos lo imposible”, “Dios: sospecho que eres un intelectual de izquierda”, “cambiar mi vida, transformar la sociedad”, entre otras. En síntesis, una juventud rebelde y desencantada.

Es muy probable que la “rebeldía” de los jóvenes de entonces pueda haber encantado a muchos en la adolescencia o primera parte de la juventud (más aún sabiendo que la rebeldía es característico de un adolescente). Ciertamente su mensaje es poderoso, pero lo cierto también es que el Mayo cambió para siempre el curso del mundo académico-intelectual y la manera cómo se enseñan en la universidades.

Las distintas corrientes de izquierdas del Mayo (izquierda indefinida, izquierda posmoderna o algunos ni siquiera califican a estos grupos como izquierda) pedían un grandes cambios sociales y hacían uso ya no necesariamente de la razón, sino del arte, de la imaginación, de la cultura, entre otras cosas. Esto llevó a que en los sesenta se gestara un “encantamiento” por el cambio social que no era promovido por la razón (muchos consideran que acá es donde surge el pensamiento posmoderno). Esta década sería así la de la ilusión, caracterizada por la antirrealidad en los jóvenes (¿acaso puede la imaginación estar en el poder, o la realidad pedir lo imposible?). De estos jóvenes del Mayo nacería una nueva generación de intelectuales que serían los encargados de formar a las generaciones venideras.

El antirrealismo característico de esta nueva generación de intelectuales abarcaría muchos campos: en el arte se pudo apreciar obras como “Merda d'artista” y “Red blod Mirror”. En la filosofía sobrevino el subjetivismo y voluntarismo, la idea de que es el sujeto y su voluntad la que todo lo puede contra la realidad; en la ciencia se dio el famoso “escándalo Sokal” que ponía en tela de juicio el concepto mismo de ciencia; y en política se darían las demandas y promesas irreales por parte de la demanda electoral y de la demagogia política o populismo. Todo esto influenció a que las sociedades sean “cerradas” y no “abiertas” como defendía cierto epistemólogo realista.

Los dos casos concretos en que se evidencia la infantilidad intelectual y el antirrealismo serían el caso Sokal y la demagogia política actual a mi juicio. El primero es el conocido experimento de Alan Sokal en el que demuestra que las ciencias (por culpa del posmodernismo y del posestructuralismo) habían perdido la seriedad y rigurosidad que lo caracterizaba y ahora solo ofrecían galimatías, era el recreo de la razón hecha persona. En cuanto a lo segundo, esta era consecuencia, justamente, de los intelectuales pues, como decía Hayek, “la función del intelectual es convertir lo que hoy es políticamente imposible en políticamente posible”, independientemente de la realidad concreta. Pensemos en las excesivas promesas de campaña, en el despilfarro de dinero en políticas públicas antirrealistas (ideología de género) o la idea de un estado hacedor de los sueños de sus ciudadanos.

El mundo universitario no escapa a esto. Se suele escuchar a menudo que los “jóvenes son el futuro” y que las demandas que estos hagan devendrán en los grandes cambios que la sociedad necesita. Falso. El futuro puede ser cualquiera con ideas nuevas, innovadoras y realistas; no aquellos que, por poner un ejemplo, creen que pueden cambiar la sociedad yendo solo a marchas o posteando esas demandas en redes sociales y creyéndose “revolucionarios” (por más que muchos profesores digan lo contrario). El problema viene cuando nos hacen creer que nosotros y lo que creemos pueden sobrepasar la realidad, cuando la realidad es completamente distinta.

La realidad está por sobre uno, pero no significa que sea inmutable. Es cambiante, pero no se cambia con más imaginación o pidiendo lo imposible.

Dante Olivera
14 de septiembre del 2023

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