Arturo Valverde
Sancho en apuros
Un episodio de la clásica novela de Miguel de Cervantes
Don Miguel, en este domingo familiar, nuestra mesa se ha honrado con un contundente plato de sopa de frijoles con canelones y pellejos de chancho, que, horas más tarde, me ha causado tal efecto, que me he sentido cual Sancho en apuros, y todo se lo debo a usted.
Y me refiero a usted, porque nadie podría describir con tanta gracia y belleza, los apuros en los que se vio una noche Sancho, ni los ruidos ni los olores que afloraban de su cuerpo.
“En esto parece ser que el frío de la mañana que ya venía, o que Sancho hubiese cenado algunas cosas lenitivas, o que fuese cosa natural —que es lo que más se debe creer—, a él le vino en voluntad y deseo de hacer lo que otro no pudiera hacer por él… y sin rumor alguno se soltó la lazada corrediza con que los calzones se sostenían sin ayuda de otra alguna, y, en quitándosela, dieron luego abajo y se le quedaron como grillos; tras esto, alzó la camisa lo mejor que pudo y echó al aire entrambas posaderas, que no era muy pequeñas… Oyolo don Quijote y dijo:
- ¿Qué rumor es ése, Sancho?
…Mas como don Quijote tenía el sentido del olfato tan vivo como el de los oídos y Sancho estaba tan junto y cosido con él, que casi por línea recta subían los vapores hacia arriba...
- Retírate tres o cuatro allá, amigo —dijo don Quijote (todo esto sin quitarse los dedos de las narices)—, y desde aquí adelante ten más cuenta con tu persona y con lo que debes a la mía; que la mucha conversación que tengo contigo ha engendrado este menosprecio”.
Además de hilarante, me recuerda bastante los apuros en los que debemos pasar los viajeros, cuando nos vemos en los zapatos de Sancho. Se sorprendería usted, don Miguel, si le confesara que me he visto en apuros hasta al lado de gallinas, gallos y perros, y hasta en establos de caballos, a causa de la altura en la serranía.
Por todo eso, creo comprender bastante los apuros de Sancho, que don Quijote atribuye al miedo. Si es así, como cree don Quijote, debe ser cierto eso de que el miedo se puede oler a distancia. Ni una cucharada más de sopa por este día.
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