Carlos Hamann
Referéndum: las razones de mi voto
No a la reforma constitucional express
A los pocos días del discurso ante el Congreso de la República en el que el Presidente Vizcarra anunció su propósito de someter a referéndum la reelección de los congresistas, me pronuncié, a través de este mismo portal (El Montonero, 31 de julio de 2018), en contra de tal propuesta. Expliqué que la consideraba inútil e ineficiente —básicamente populista— para promover la elección de una representación nacional con mayores capacidades —técnicas y morales— que la actual o las que le precedieron.
Por la forma en la que los principales actores políticos (con el Presidente y su primer ministro a la cabeza) se han conducido en relación con el referéndum, en especial a partir de su convocatoria, antes que tratarse de una verdadera discusión sobre reformas profundas del sistema de justicia (pregunta 1) y del sistema electoral (preguntas 2, 3 y 4), se ha convertido en un plebiscito en el que se pretende afirmar la primacía del Poder Ejecutivo sobre el Poder Legislativo.
En efecto, luego de imponer al Congreso condiciones de tiempo y contenido, al compás de una campaña mediática y en claro exceso de sus funciones, el Poder Ejecutivo ha esquivado la responsabilidad de explicar las propuestas y sus esperadas consecuencias positivas. Ha pretendido simplificarlas vistiéndolas con el traje de la lucha contra la corrupción y asociando su no aprobación a las deterioradas imágenes públicas del exmagistrado Hinostroza o el congresista Becerril.
Por su parte, en Fuerza Popular y el partido Aprista han estado ocupados en su intento de contener y mitigar la persecución judicial de sus líderes. Fuerza Popular ha llegado a indicar —a través de Luz Salgado— que no hará campaña ni a favor ni en contra del referéndum. Por su parte, las representaciones de Acción Popular y PPK han mantenido un mayoritario y estratégico silencio; mientras las representaciones de la izquierda, sin tener cuidado por las consecuencias de largo plazo, se suman a la turbamulta de todo lo que pueda —a su entender— perjudicar a la actual mayoría parlamentaria.
Es lamentable la poca difusión y el poco interés que suscita la intervención de los sectores académicos, que mayoritariamente se han pronunciado sobre las carencias técnicas y la falta de nexo causal entre las propuestas del referéndum y las consecuencias que en apariencia se persiguen. En dicho sentido, se han pronunciado en contra del referéndum (y a favor del “no” a las preguntas propuestas) constitucionalistas de la talla de Ernesto Miranda, el recientemente fallecido Enrique Bernales, Domingo García Belaunde y Ántero Flores Aráoz.
Nuestro sistema de justicia no va a cambiar ni impermeabilizarse contra la corrupción por que le cambiemos el nombre al Consejo Nacional de la Magistratura, ni por que se le de una mayor preponderancia al Poder Ejecutivo en la elección de sus integrantes. Por el contrario, esto afecta el equilibrio de poderes que es sostén del sistema democrático.
Soy un convencido de que se debe transparentar, regular y sancionar el financiamiento de los partidos políticos y de las campañas electorales. Por ello, la propuesta de reemplazar el financiamiento privado de los partidos políticos por el financiamiento público me genera cierta simpatía. Sin embargo, creo que los mismos objetivos se alcanzan con una Ley.
De otro lado, creo y defiendo el derecho que tenemos los peruanos a elegir a nuestros gobernantes y representantes. La prohibición de reelección vulnera ese derecho y parte de la premisa equivocada que sostiene que el elector (ignorante que es) reelige a los congresistas con mal desempeño, y no a aquellos de buen desempeño. Recordemos que las democracias más maduras y sólidas no han llegado a serlo eliminando la reelección parlamentaria. No hay garantía alguna de mejores representantes.
Finalmente, en mi opinión, y aquí coincido con el presidente Vizcarra, la bicameralidad podría mejorar la calidad y trabajo del Poder Legislativo. Sin embargo, siendo que creo en mi libertad de elección, no comparto con él, la invitación a votar por el “no”.
Hemos terminado metidos, en contra de la voluntad de muchos, en un proceso de reforma constitucional express, que lejos de perseguir el noble objetivo de fortalecer la democracia. Algo que requeriría de un amplio y esforzado debate, con temas como el voto voluntario, se ha convertido en un plebiscito que busca fortalecer al Poder Ejecutivo.
Aún cuando usted quiera a un presidente Vizcarra investido de mayores facultades, o a la actual representación parlamentaria maniatada en su mandato legislativo y de fiscalización, tenga presente que en el 2021 elegiremos un nuevo Presidente y un nuevo Congreso. Y sus simpatías hacia ellos pueden no ser las mismas de hoy.
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