Carlos Hamann
Jugando para la tribuna
Los peligros de una democracia plebiscitaria
En ocasiones llega una persona al ejercicio del poder más alto en una sociedad democrática de modo accidental, aun cuando de forma cumplidamente legal. En nuestra historia reciente sucedió con Valentín Paniagua en el año 2001, y se repite el caso con el actual mandatario Martín Vizcarra, quien fuera originalmente el suplente o accesitario de un improbable candidato que resultó electo por una suma de azares e inquinas.
Quien de ese modo alcanza la jefatura del Estado goza de la fortuna de estar libre de ataduras y compromisos políticos (pactos y promesas electorales) que le impidan o limiten el desarrollo de sus talentos y capacidades en el ejercicio del poder. Goza también de llegar libre de una carga de expectativas y demandas; por el contrario, lo hace acompañado de esperanza y entusiasmo.
No se debe pues, desperdiciar esa magnífica oportunidad y capital político con anuncios de inspiración populista. En nuestro Perú, las necesidades son inacabables, mientras que los recursos políticos y económicos con los que se cuenta para satisfacerlas son escasos. Corresponde hacer uso responsable y prioritario de esos recursos.
Por ello, me pregunto si corresponde preocuparse —proponiendo para ello un referéndum— por la reelección congresal, que en nuestra historia reciente ha rondado el 23% (31 de 130 congresistas fueron reelectos en el 2016). Sin entrar a pronunciarme respecto de las virtudes o defectos que adornan a cada uno de los reelectos recientes (algún mérito los habrá llevado a la reelección), considero que el Congreso se puede beneficiar de contar con algún número de congresistas con experiencia parlamentaria previa.
En fin, que no me parece una propuesta que vaya a generar un impacto importante para el mejor desempeño del Congreso. Y sí me parece que su implementación puede traer un enorme costo económico y de distracción política. Recordemos que las democracias más maduras y sólidas no han llegado a serlo eliminando la reelección parlamentaria.
¿No hubiera sido acaso mejor que le preocupe al presidente (y a nosotros también, por supuesto) que solo el 27% de los miembros del Congreso sean mujeres y que, en consecuencia, exponga propuestas de reforma política para enmendarlo? O bien que proponga la introducción del voto voluntario o la eliminación de las multas o sanciones por no votar, que es más fácil.
Lo primero, someter a referéndum la reelección congresal, parte de la premisa equivocada que sostiene que el elector (ignorante que es) reelige a los congresistas con mal desempeño y no a aquellos de buen desempeño. Como el mito del lemming camino al despeñadero, o aquel que sostiene que el congresista nuevo hará necesariamente un mejor papel que aquel reelecto. Esa política se escribe en minúsculas.
Lo segundo, lo que no propuso, una paritaria representación de mujeres en el Congreso como objetivo político y social, es un esfuerzo loable, al que debemos sumarnos todos. Y se encuentra en línea con los manifiestos deseos del Presidente de combatir la violencia y discriminación contra la mujer.
En fin, no nos dejemos distraer de lo importante. Y cuidémonos de los peligros de la democracia plebiscitaria.
COMENTARIOS