Fernando Peña
Minería: entre mitos y realidades
¿Qué hacen las empresas frente a la acción coordinada de antimineros?
Sobre la base un manual elaborado por el colectivo izquierdista argentino Voces de Alerta, titulado “15 mitos sobre la minería transnacional en la Argentina. Guía para demostrar el imaginario prominero”, circula desde hace un tiempo en el Perú, a manera de material de estudio y concientización, y como “…paso ineludible…” de lo que denominan “batalla cultural…”, una publicación similar de la ONG de izquierda Programa Democracia y Transformación Global (PDTG), titulada “Mitos y realidades de la minería en el Perú: Guía para demostrar el imaginario extractivista”. Manuales similares se difunden en otros países como por ejemplo Ecuador.
La publicación, que busca constituirse en “…una importante caja de herramientas…”, no hace más que demostrar que existe una articulación internacional de los sectores contrarios a la actividad extractiva, fundamentalmente a lo que denominan megaminería.
Mientras ello sucede, el sector empresarial minero marcha dividido y cada empresa está concentrada en sus propios calendarios. A diferencia de los acoplados críticos de la actividad minera, las empresas extractivas soslayan un trabajo concertado en defensa de sus fueros y la forja de conciencia colectiva a favor del desarrollo de una minería socialmente responsable. Hablar de trabajo político desde las empresas mineras hacia las comunidades de su entorno es casi una blasfemia; no entendiendo así que aquella labor busca generar una corriente de soporte social que garantice el necesario clima de paz que requiere el desarrollo de sus proyectos.
El manual antiminero de PTDG señala, entre muchas otras cosas, que “…la gráfica, la ilustración, el cómic y el arte popular…ayudan a visualizar las luchas populares…aportando a la reflexión y acción político-social…”.
César Vallejo nos recordaba que “Todo arte y voz genial viene del pueblo y va hacia él”, pero esta premisa al parecer no cuenta para las empresas, que renuncian así al uso de un elemento de comunicación infalible. El cumplimiento de los compromisos legales y el manejo socialmente responsable, por parte del sector empresarial minero, resultan insuficientes frente a una dinámica cada vez mayor y más ensamblada de quienes se oponen al desarrollo de la gran minería en el país, que hacen uso de cuanto mecanismo de comunicación y sensibilización tienen a su alcance.
Resulta necesario estructurar una narrativa coordinada por parte del sector minero, que se viabilice cual herramienta para concienciar a sus colaboradores, a sus contratistas, a las poblaciones del entorno de sus proyectos y de quienes se benefician indirectamente de los mismos. La ausencia de una prédica coherente y consistente desde el sector extractivo ha dejado espacio a sus críticos que, rápida y hábilmente, han ganado territorio desde el magisterio, las universidades, la iglesia y la sociedad civil organizada. Espacios a los que las empresas han renunciado en el ejercicio de su cotidiano quehacer.
Alcanzar un mejor escenario para el desarrollo de nuevos proyectos demanda de las empresas mineras un alineamiento imprescindible y un ajuste de su relacionamiento social que se encamine, a través de la implementación de adecuadas estrategias, a conseguir aceptación y viabilidad como pasos previos a la legitimidad -escalón más alto del relacionamiento comunitario e institucional- que se habrá de traducir en el reconocimiento y la valoración del desarrollo de la minería como aliado del progreso.
Si el rol del Estado es importante en la forja de un nuevo contexto para el desarrollo de la minería, el relacionamiento y apronte comunicacional de las empresas es lo que debe marcar la pauta para la conquista de los espacios perdidos frente a críticos que destacan mitos y desdeñan realidades.
Por: Fernando J. Peña Araníbar
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