Juan C. Valdivia Cano
Milei y Argentina (IV)
El bad boy
Se le ha acusado de populista, cuando su discurso y su actitud están en las antípodas del populismo; porque una característica de todo populismo, de “derecha”, “izquierda” o “centro” -en la hipótesis que estas categorías tuvieran sentido- es la demagogia, la mentira, la doblez, la promesa deliberadamente incumplida, la imposibilidad intrínseca de hacerla realidad ; es decir, la mala costumbre populista de “postergar invariablemente el futuro por un presente efímero”, como señala Mario Vargas Llosa con tanto acierto. Milei es exactamente lo opuesto al líder populista. Los líderes populistas , además, carecen de espontaneidad, como los izquierdistas de humor. Y a Milei le sobran ambos.
La honestidad total de Milei solo es comparable con el cinismo de un Diógenes en la antigüedad (el pensador griego que buscaba un hombre de verdad, lámpara en mano) “La banda del perro” del filósofo cínico se llama ahora “La libertad avanza” y el perro argentino no solo dice la verdad sino que la ladra o, más bien, la ruge: “!Viva la libertad carajo!”. Está claro que Milei es un político muy infrecuente: que dice lo que piensa sin tapujos y que hace lo que dice con una convicción y una garra (nunca mejor dicho) que hasta sus enemigos más acérrimos reconocerán.
Pero el periodista peruano Jaime Bayly lo acusó de narcisismo (como otros de loco, de payaso, de principiante, de comediante, de mesiánico, de facista) sin reparar que en el genio no hay patología porque, si la hubo, ésta se transfigura mágicamente en actividad creadora, en virtud, entendida en su sentido renacentista (virtus) no en el sentido moral cristiano (bondad o bonhomía), sino como salud, como fuerza o potencia. “Ser franco es ser potente” decía Baudelaire.
Para mi está claro que Milei le ha sacado la vuelta a sus problemas profundos, a sus impases psicoanalíticos, si los tuvo, y que casi todos tenemos, como las experiencias infantiles en relación con su espantoso y violento padre, que tal vez no hizo sino acicatear involuntariamente la vocación y el coraje del genio, como el padre de Vargas Llosa cuando lo obligó a matricularse en el Colegio Militar, con la esperanza de alejarlo de esa mariconada, que así consideraba a la literatura a la que “Varguitas” era tan aficionado.
Y también se le ha motejado de “líder carismático”, en el sentido peyorativo que se le suele dar a ese adjetivo, ante la abundancia de personalismo caudillista -otro rasgo populista- en la política latinoamericana. ¿Qué otra cosa se puede decir de un líder que en tres años de experiencia política se ha hecho presidente de la república (el primer presidente libertario en un país de zurdos, además) y que, además, en Davos ha demostrado madera internacional? ¿qué otra cosa se puede decir sino que es justamente un “líder carismático”, es decir, lleno de carismas? : Con este tango que es burlón y compadrito / Batió sus alas la ambición de mi suburbio/ Con este tango nació el tango y como un grito / Salió del sórdido barrial buscando el cielo (“El Choclo” Angel Villoldo).
Las citas parecerán impertinentes o caprichosas a quienes no conocen la extraña y dura trayectoria vital de Milei y las analogías con su patria y con el Tango, “burlón y compadrito”, como él. No me refiero solo a su infancia, adolescencia y juventud solitarias y silenciosas (cero amigos, cero enamoradas, pocas palabras, como lo describe un horrísono, largo y revelador documental; solo rock y futbol para preparar el cuerpo y templar el alma) bajo la sombra de un padre (chofer de colectivo público) ruin y cruel, que le hizo ver la vida “a cuadritos” (sin embargo, parece haber heredado de él la fuerza y la fiereza). Milei nunca ha sido un buen chico. Fue en esos años de formación, más bien, otra especie de “lobo arisco y sin manada” (así describía al filósofo rumano-parisino Cioran, el excelente periodista peruano Ismael Pinto).
Me refiero también a la tremenda maratón que ha sido su vida profesional y política que se agudizó en la campaña de doble vuelta, contra todos y contra todo, 24 x 24. A ningún candidato le exigieron y le preguntaron tanto y tuvo tanto que soportar, saliendo invariablemente bien parado . Ha sido allí donde el “león“ desarrolló y demostró su fuerza, su resistencia y su talla olímpica y habló por todo lo que calló en su etapa de formación. Y se cumplió el proverbio del “solitario de Sils María” : en la escuela de guerra de la vida lo que no me mata me hace más fuerte. Es ese estimulante y hasta divertido ascenso de un hombre que ha salido del “sórdido barrial buscando el cielo”, lo que explica, en parte, el título de este ensayo y las citas, sabiendo que no hay una única explicación. Y el papel del Tango en esta historia.
Un baile que en un siglo sin amor, llega a su apogeo de tormento sentimental absoluto, y ello, extrañamente, en un país sin marca espiritual, en un país de bovinos y sudras de una Europa hambrienta, a orillas de un río sin historia ni gloria, como el Plata. Apogeo con Carlos Gardel y Borges; difusión allá donde haya, ansiosos, dos piernas y dos brazos y, tras el intenso testimonio rendido, la retirada… (Guido Ceronetti, “La Linterna del Filósofo”)
Milei no salió de la nada, como Dios antes del fiat lux. Como ahora lo sabe todo el mundo, aunque hasta hace poco era un desconocido, es un “producto” argentino. Y como había señalado antes, si bien hay una explicación preponderante en relación a su intempestivo éxito, no es la única. Para mi es evidente, por ejemplo, que Milei representa personalmente todo lo enorme que es este admirable país y que todos reconocen, aunque poniendo el énfasis en la economía, que fue de las mejores del mundo.
Los comentarios sobre Argentina son algo menos enfáticos, sin embargo, cuando se trata de otro factor no menos importante y que es una realidad aún: la inteligencia de los argentinos, causa y/o consecuencia de su calidad educativa, ligada al gran empuje de sus individuos que muchas veces llega a la vehemencia (sino a la idolatría) como lo demuestra el recién presidente, lo cual también es representativo de la argentinidad.
Por eso sugerimos que todo genio, si bien es expresión individual, no deja de ser producto colectivo causalmente múltiple. Borges: ¿hubiera sido posible sin una potencia económico cultural específica, detrás de su portentosa grandeza literaria y humana? Esa que parece alcanzar su cenit en su último libro antes de morir, en el último poema que lleva el mismo nombre del venerable libro, Los Conjurados, que vale citar: En el centro de Europa están conspirando. El hecho data de 1291. Se trata de hombres de diferentes estirpes, que profesan distintas religiones y que hablan diferentes lenguas. Han tomado la extraña resolución de ser razonables. Han resuelto olvidar sus diferencias y acentuar sus afinidades.(La Nación, Emecé, Buenos Aires, pág. 99).
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