Antero Flores-Araoz

Machu Picchu secuestrado

Nuestro más importante destino turístico

Machu Picchu secuestrado
Antero Flores-Araoz
15 de julio del 2025


Machu Picchu es una de las siete maravillas del mundo, así reconocida por la UNESCO, organismo especializado de las Naciones Unidas, que además la ha declarado
Patrimonio Mundial. Comparten esta distinción Chichén Itzá (en México), el Coliseo de Roma (en Italia), el Cristo Redentor (en Brasil), la Gran Muralla (en China), el Taj Mahal (en India) y Petra (en Jordania).

Todos los países que albergan estas maravillas, salvo el Perú, despliegan esfuerzos decididos para que sean conocidas por la mayor cantidad de personas, tanto nacionales como extranjeras. Ello no solo responde al legítimo orgullo de mostrar al mundo sus riquezas culturales, sino también al impacto económico que genera el turismo, tanto interno como internacional, ya que este último contribuye significativamente a la balanza comercial, a la generación de divisas y al dinamismo de diversas economías locales.

Lamentablemente, en nuestro país pareciera que nada de esto importa. Si bien el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo, junto con el sector privado, realiza esfuerzos destacables para atraer visitantes, el Ministerio de Cultura parecería ir en sentido contrario. Dependiendo de este último, en coordinación con las autoridades del Cusco, se deja de hacer lo necesario para facilitar el acceso a Machu Picchu, nuestra más preciada joya turística.

El Ministerio de Cultura sigue empeñado en financiar y subsidiar, con recursos públicos, producciones cinematográficas que en muchos casos no presentan mayor valor. Al mismo tiempo, dedica tiempo y presupuesto a entregar distinciones sin mayor trascendencia y a declarar protecciones provisionales sobre bienes culturales, medidas que en la práctica rara vez se traducen en acciones concretas o beneficios tangibles.

Escribimos estas líneas con el ánimo de contribuir a que las cosas cambien, en favor de la difusión de nuestra cultura y de la promoción de Machu Picchu como maravilla y atractivo universal. Lo hacemos motivados por una grave denuncia que hemos recibido a través de redes sociales y grupos de mensajería.

El denunciante relata una experiencia que califica de alucinante: “Estoy en Aguas Calientes, o Machu Picchu Pueblo, con mi familia, pero he pasado una experiencia aterradora y humillante. Como muchos, compré los pasajes por Internet y luego tuve que buscar un operador para las entradas, lo cual debe hacerse con cuatro meses de anticipación. Después, debes hacer una cola desde las dos de la mañana, en un frío intenso, hasta las ocho, hora en que abren una sola ventanilla para atender a unas dos mil personas. Todo esto solo para obtener un turno para pagar. Es decir, una fila de seis a doce horas, y cuando terminan con los primeros mil, recién inician con los otros mil…”.

“Luego, al momento de pagar, solo aceptan efectivo. No se puede pagar con tarjeta ni con aplicaciones como Yape. La cola debe hacerse personalmente, incluso si vas con niños o adultos mayores. A mediodía, después del frío, llega un sol intenso, y siguen miles de personas en la fila. Finalmente, te dicen: regrese a las nueve de la noche para pagar. A esa hora empieza otra cola con quienes lograron obtener ticket para el día siguiente. Y todo debe pagarse en efectivo. Finalmente, te entregan el ticket de ingreso, pero sin saber a qué hora entrarás ni qué circuito te tocará. A veces, debes regresar otro día.”

“El resumen es que esto parece una obra de terror, suspenso y humillación de alcance internacional. Todos protestan, hay más extranjeros que nacionales, y el desorden es total. Hoy, incluso, se omitieron varios números, lo que sugiere ventas irregulares de entradas. Lo que cuento es incluso peor en la realidad. Como no hay suficientes habitaciones, hay gente durmiendo en las calles.”

El mensaje concluye con una sentencia lapidaria: “Esto es lo peor que he visto, y he viajado bastante.”

El maltrato a los turistas, como se aprecia, resulta intolerable. El viajero que viene al Perú con la ilusión de conocer Machu Picchu no se lleva una grata memoria, sino una experiencia frustrante, y se convierte en el más severo crítico del turismo peruano. Compartirá sus peripecias con otros, y quienes lo escuchen difícilmente querrán visitar el Perú, y menos aún Machu Picchu.

Es hora de que el Ministerio de Cultura y las autoridades del Cusco coordinen seriamente y adopten medidas correctivas urgentes, para que la visita a Machu Picchu deje de ser un acto de masoquismo.

Antero Flores-Araoz
15 de julio del 2025

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