Carlos Adrianzén

Los liberales peruanos: la continuación

Los gobiernos de “izquierda” siempre nos han empobrecido

Los liberales peruanos: la continuación
Carlos Adrianzén
09 de julio del 2025


Como les advertí en la primera entrega, repetiré esta vez que aquí no aseveraremos quién –individualmente– sería o no un verdadero liberal o uno “bamba”. Continuaremos enfocando regímenes o gobiernos, y lo haremos revisando data de cada régimen en las últimas cinco décadas. Ponderaremos nuestra historia reciente, desde los tiempos de la dictadura militar hasta el año pasado, para dilucidar fundamentalmente quién es qué. 

Cualquier parecido entre el discurso de algún candidato en las elecciones venideras y el discurso ofrecido por los gobiernos aquí enfocados no será casualidad. Esto le podrá servir para discriminar entre la retórica del candidato (que le podría agradar oír) y los resultados concretos de estas políticas (que –con seguridad– no le gustará descubrir).

Como resulta predecible para cualquiera que haya revisado la entrega anterior, en esta tarea usaremos los índices de libertad Económica (i.e.: el respeto a la propiedad privada et al) y/o política (i.e.: el respeto a las libertades civiles y a los derechos políticos). Y lo haremos esto usando las cifras de Freedom House o la Heritage Foundation para aproximar los abusos -i.e.: cuánta opresión nos ha aplicado cada uno-

 

Cómo lo haremos

Para focalizar esta pesquisa les he preparado esta tabla única, con cronologías y descripciones. En ellas delimitaremos las etiquetas usadas para enfocar medio siglo de la historia peruana. Puntualmente, los quiénes y los cuándo. Las denominaciones usadas buscarán simplificar la lectura con etiquetas cotidianas, no producirle urticaria a ningún lector.

Tabla Única: Referencia para los Gráficos

 


Cómo se nos escapó la mayor felicidad

En este acápite pretenderemos aclararle el panorama. Enfocamos la performance del régimen tamizándola con una variable económica fundamental: el producto por persona de un peruano en dólares constantes (su crecimiento largoplacista y la tasa de acumulación privada). 

El subgrafo de la derecha descubre un hecho estilizado. Es decir, (A) la Fase de declive (1970-1990) con la corrupta dictadura militar; (B) seguida del segundo gobierno de AP; y (C) el aquelarre APRA-IU. Subsecuentemente, queda la fase de recuperación (1991-2012) con Fujimori, Toledo, García Pérez; y la cerraremos con la de estancamiento (2013-2024) vía las anti reformas de mercado aplicadas desde la gestión del presidiario Humala hasta la actualidad. 

Paralelamente, el subgrafo de la derecha nos recuerda que la receta nuclear de la izquierda latinoamericana -el colapso de la inversión privada de largo plazo- se aplicó exitosamente. Podríamos decir también que, con el ingreso de la izquierda, la opción por una mayor felicidad se nos escapó de las manos.

Tenemos pues, como antecedentes, tres etapas. La de declive, la de recuperación parcial y la actual, de estancamiento. En perspectiva, podemos decir que a lo largo de este último medio siglo, tuvimos intentos intermitentes (por ejemplo, entre 1991-1993), pero nada para atolondrarse (ver gráfico G1).

 

Existen aquí dos planos para destacar. Por un lado, considerando que el producto real por persona es un predictor estadísticamente sólido de, tanto la incidencia de pobreza –estimada por el INEI– cuanto la felicidad de un peruano –estimada por la World Happiness Review–, es importante descubrir que el llamado milagro económico peruano (iniciado en los noventas) fue abortado políticamente a principios de la década pasada. 

Por otro lado, el núcleo de los retrocesos post 2011 se concentró en un detrimento institucional (corrupción burocrática, incumplimiento de la ley, tolerancia a cierto tipo de violencia ideológica, et al) y el colapso de la inversión privada. Temas de los cuales, curiosamente, nadie habla.

 

El socialismo invisible peruano

Llegados al punto de identificar cuantitativamente la ideología de quienes nos gobernaron, la conversación se hace más simplona. En los hechos, los niveles de los índices de libertades resultan chatos. Cantamos la primera estrofa del himno nacional infundadamente. Con una candidez supina. 

Ver figura G2 –desde que existen estadísticas– ni económica ni políticamente somos, o hemos sido recientemente, una nación de ciudadanos libres. De hecho, nuestros índices publicados descubren que somos una nación de gentes oprimidas. Con ello no resulta algo casual, ni importado, que seamos una nación pobre, inestable, atrasada y repleta de burócratas corruptos.

La opresión peruana es casi uniforme. A pesar de los discursos, ni Velasco, ni García I, ni Humala, ni Belaunde II, ni Dina Boluarte, implicarían cuantitativamente entornos ideológicos diferentes. No es fortuito que la opresión –o los bajos índices de libertad– resulten grosso modo transversales. Los valores de índices en el rango socialista mercantilista son la norma. 

Resulta cruel destacarlo, pero en cada uno de los intentos de liberalizar, económica y políticamente, la nación fracasó. Fueron episodios efímeros que nos dejaron la errónea noción de “habérsenos pasado la mano de liberalismo”. Fuimos recurrentemente una nación socialista con ciudadanos oprimidos. 

Insisto, nuestra pobreza y deterioro no resultan una casualidad. El pasado comunista del incanato y el mercantilista, de nuestros tiempos como ciudadanos españoles, parecen haber configurado una ceguera. Resultamos tan apegados a lo socialista o mercantilista que las líneas matrices de la desastrosa dictadura velasquista parecen calcadas -por un estudiante apresurado- del Manifiesto Comunista de Karl Marx. Tenía ideólogos muy flojos, inclinados al plagio burdo.

A riesgo de abrumarlo, le recuerdo una observación. Este hallazgo resulta de relevancia en el diseño de cualquier programa de gobierno no técnicamente superficial o ideologizado -que es lo mismo-. De hecho, con los niveles de Libertad Económica y Política característicos del Perú Actual, ex ante no hay opciones fundadas de alcanzar un mayor desarrollo económico. Ver gráfico G3.

Cambiar para bien hoy requiere de una elevación de las libertades económicas y políticas en un rango y escala nunca antes visto. Algo incompresible para gentes acostumbradas a –si no deseosas de– mayor opresión.

 

Téngalo claro. Con rojos –o semi rojos–, simpáticos o antipáticos, en el poder, nuestra historia registra que el crecimiento económico siempre se cae y… la pobreza reemerge.

 

¿Caminamos hacia un hoyo?

El último gráfico de estas líneas, cierra el círculo. Un monitoreo directo de los índices nos recuerda algo que no queremos ver. La izquierda persiste avanzando (ver figura G4). Desde hace más de una década. 

 

Y recuérdelo bien, la mayor opresión empobrecería –más a los más pobres– y corrompería instituciones, y estos desarrollos ofrecen y claman por demagogia y aun menores libertades. Insisto, nuestra historia no es ilógica. Todos los candidatos a un puesto electo –como sostiene Álvaro Uribe– quieren ser dictadorzuelos; y usarán cualquier retórica para llegar al poder. Incluso se autodenominarán como liberales.

O quebramos esto, o lo toleramos como los mexicanos, cubanos, venezolanos, colombianos y bolivianos. Para nuestra desgracia.

Carlos Adrianzén
09 de julio del 2025

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