Alejandro Arestegui
Las sandeces de Sandel
Algunas críticas y refutaciones al famoso pensador y filósofo comunitarista
Uno de los filósofos políticos más influyentes del siglo XXI es el americano Michael Sandel, sus posiciones y argumentos tan agudos en cuestiones sociales como políticas han despertado elogios y críticas por parte de múltiples sectores académicos e ideológicos, sin embargo ahora nos vamos a enfocar en refutar algunas cuestiones equivocadas que ha planteado en la última entrevista que ha brindado al periodista argentino Jorge Fontevecchia en exclusiva al diario El Perfil, dónde trató diversos temas de geopolítica mundial pero también analizó la última tendencia política en el país gaucho: el fenómeno Javier Milei y el movimiento libertario.
De por sí la entrevista tiene un mal inicio pues comienza con la contundente frase: "Ser libre no es solo consumir bienes", esta frase la atribuye Sandel al movimiento libertario:
En estos días, la concepción dominante de la libertad es la idea de que soy libre si puedo hacer lo que quiero y obtengo lo que quiero sin impedimento exterior. Tiene que ver en gran medida con la libertad del consumidor, para comprar y consumir bienes. Esta es una noción individualista de la libertad. En mi libro “El descontento democrático” comparo esta idea de libertad, tal como usted señaló, con una tradición más antigua de libertad, y se remonta a la república estadounidense. A esta concepción de la libertad la llamo concepción cívica de la libertad. Ser libre no es solo consumir los bienes que quiero. Ser libre es tener una voz significativa en la configuración de las fuerzas que gobiernan nuestra vida colectiva, es la libertad del ciudadano, no solo la libertad del consumidor…”.
Pues claramente aquí Sandel olvida la importancia que tiene la individualidad y defender el concepto de libertad negativa (concepto que al parecer tergiversa gravemente al no comprender bien las palabras del gran Isaiah Berlin), para el filósofo comunitarista la libertad que defiende el movimiento libertario se basa exclusivamente en la capacidad para comprar más y mejores bienes, al parecer Sandel no leyó el proverbial libro de Max Weber denominado “Die protestantische Ethik und der Geist des Kapitalismus” (donde explica claramente que una sociedad capitalista se caracteriza no por la cantidad de bienes que consume, si no por la cantidad de dinero que ahorra y puede capitalizar) ni mucho menos leyó a los escolásticos católicos de la escuela de Salamanca los cuales tras ser consultados por los mercaderes y comerciantes del siglo XVI llegaron a la conclusión de que el ahorro no era pecado, sino todo lo contrario, una actividad virtuosa que permitía una prolongada generación de riqueza. Por lo que Sandel tiene una percepción bastante alterada de la definición de libertad dentro de los círculos libertarios, a pesar de que sí se defiende la libertad negativa y el principio de no agresión, el fin intrínseco de la libertad es la consecución de los fines y metas del plan de vida de cada individuo de la comunidad, no exclusivamente la cantidad de riqueza y bienes materiales que pueda acumular, los cuales no son necesariamente útiles al mercado ya que de por sí estos no generan mayor capitalización.
Sandel continúa:
El abandono eventual de la concepción cívica de la libertad, que es compartir el autogobierno, hace que los ciudadanos se sientan impotentes, hace que los ciudadanos sientan que no tienen voz. Cuando las personas se sienten sin poder y la economía los deja atrás, como sucedió durante las décadas de globalización, muchos trabajadores se enojan, comprensiblemente, y se resienten de los que están arriba, quienes a menudo son vistos como menospreciadores de los trabajadores. Donald Trump era muy bueno en la política del agravio, por lo que explotó el espacio que quedó en nuestra vida pública cuando abandonamos en gran medida la concepción cívica de la libertad en favor de una idea de libertad consumista, individualista y orientada al mercado...”
Bueno, esto en lugar de a reforzar su posición la termina por destruir, ya que demuestra que el expresidente Donald Trump no era un liberal ni mucho menos libertario, tres cuartas partes de lo mismo con el expresidente de Brasil Jair Bolsonaro, en cuanto a Trump se refiere, la concepción cívica de la libertad que tanto valora Sandel quedó vulnerada con el intento de toma del capitolio el 6 de enero de 2021 y demuestra todo lo contrario a lo que predica Sandel: no se puede esgrimir argumentos a favor de la libertad cívica de los ciudadanos si estos están cada vez más descontentos con el modelo democrático; y en lugar de criticarlo, Sandel promueve una mayor participación de los ciudadanos en la vida política y en el estado, pero tal como la pandemia los demostró, el estado y su aparato represor así como su burocracia desmedida y la “casta política” jamás van a permitir que los ciudadanos honestos participen tan activamente, menos en nuestros países latinoamericanos donde prima el caudillismo y la ambición de poder por parte de los políticos. Una vez más incide en su idea de libertad consumista, pero Sandel comete la grave equivocación de confundir el ser “libres para elegir” (como diría el gran economista Milton Friedman) con la de consumir en exceso, lo dicho por Sandel es una distorsión total de la libertad pregonada por los liberales y libertarios; el enfoque individualista que realizan éstos a la libertad se debe a que ni la comunidad ni mucho menos el gobierno dispone de la información suficiente de saber cuáles son las preferencias de las personas; y no solamente estamos hablando de productos o bienes de consumo, sino de todas aquellas oportunidades que te brinda una sociedad libre para poder realizarte y lograr tu plan de vida, objetivos imposibles de alcanzar en una sociedad totalitaria colectivista y abocada de cierto modo a los principios sociales que pregonan ideologías nefastas como el fascismo y el socialismo (ya lo dijo el gran jurista argentino Juan bautista Alberdi: la omnipotencia del estado es la negación de la libertad del individuo), en ningún momento se está hablando de consumir más y más bienes exclusivamente.
“El debate económico debería versar en parte sobre cómo promover el crecimiento económico, que es importante para la prosperidad y la riqueza, pero también debería tratarse de cuestiones distributivas, cómo distribuir equitativamente los frutos de la prosperidad, la opulencia y el crecimiento económico. Finalmente, debe atender a las cuestiones de cómo las estructuras y los arreglos económicos cultivan la ciudadanía, un sentido de que estamos todos juntos en esto, un sentido de solidaridad. Creo que debemos evaluar la política económica desde estos tres puntos de vista para centrarnos únicamente en el crecimiento económico y no prestar atención a las cuestiones de distribución y equidad...”.
Esto es bastante irónico considerando que Michael Sandel se volvió famoso entre la comunidad académica y los estudiosos de la filosofía política por refutar la teoría de la justicia de John Rawls, sin embargo en este párrafo vemos que termina dándole la razón en temas económicos utilizando palabras bastante colectivistas como la redistribución de la riqueza, la equidad y la solidaridad (palabras que están muy tergiversadas en un sentido perverso al llamar solidaridad a un robo legalizado denominado impuesto, tributo, tasa o contribución).
Siempre ha habido una tensión entre el capitalismo y la democracia, porque el capitalismo trata de producir bienes y obtener ganancias, e invitarnos a pensar en nosotros mismos como consumidores. Mientras que la democracia trata de dar a las personas la misma voz en la configuración del destino colectivo. Así que siempre ha habido una tensión en un momento histórico diferente. En varios países ha habido diferentes formas de tratar de conciliar democracia y capitalismo, tratando de sacar lo mejor de ambos. Entre los experimentos más exitosos se incluye el advenimiento del estado de bienestar europeo, que integró el capitalismo dentro de un estado de bienestar en el que a todos se les proporcionaron públicamente los aspectos esenciales de una vida decente. Acceso a la atención médica, por ejemplo, buena educación y una especie de red de seguridad. Esa fue una forma para un par de generaciones, especialmente en Europa. El estado de bienestar trata de reconciliar a los dos.
En este pasaje Sandel nos muestra claramente que está a favor del tibio y mediocre modelo que nos ha impedido crecer completamente a muchos países (incluyendo al Perú) que con sus propias palabras denomina un “intermedio entre el capitalismo y la democracia”, que no es otra analogía que el modelo de economía social de mercado que pretendía ser el intermedio o la tercera vía entre capitalismo y socialismo (sin embargo este modelo es bastante mediocre y demostró con creces sus fracasos cuando estalló una hiperinflación en la cuna de este modelo: Alemania occidental en 1980) y es que pareciera que Sandel tampoco leyó al gran economista y artífice del ordoliberalismo Wilhelm Röpke, el cual fue tajante al oponerse a la creación de un estado de bienestar en Alemania, el tiempo terminó dándole la razón a Röpke, ya que en nuestros días podemos ver que el modelo europeo de estado de bienestar se está desmoronando y que en cualquier momento del año la mayoría de economías de la eurozona pueden entrar en recesión, esto se suma a la incapacidad de los gobernantes en poder sostener los programas sociales y asistenciales con el mismo presupuesto y tarde o temprano tendrán que aumentar impuestos a las clases altas y medias para poder seguir sosteniendo este injusto sistema.
Si bien existen muchos puntos más por desgranar y por refutar, entrego la posta al lector para que saque sus propias conclusiones del resto de comentarios que tuvo esta extensa entrevista, la cual no solamente daba un apoyo implícito a la trivial y tibia candidata de Juntos por el Cambio, sino que también habló peyorativamente de Javier Milei, comparándolo con populistas como Trump o Bolsonaro y distorsionando la realidad queriendo imponer su visión de “responsabilidad cívica”, cuando se debe de abogar por una mayor participación de la comunidad pero siempre escéptica y alejada del poder estatal político, pues, por obvias razones administrativas y económicas, es el estado el único ente que sería capaz de “redistribuir la riqueza entre sus ciudadanos”, sin embargo sabemos que este modelo fracasó y que solamente ha generado más injusticias que las que pretendía combatir, una tristeza que un gran pensador como Michael Sandel siga abogando por este modelo anacrónico, desfasado, absurdo e injusto, empero pues, es necesario reflexionar y preguntarnos de cómo personas que se dedican exclusivamente a las “buenas prácticas políticas” o a hablar de ética y moral continuar difundiendo el discurso que incita el expolio y el robo sistemático del estado a los ciudadanos.
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