Eduardo Zapata
Las escuelas populares en TV
Forman conciencias proclives a cualquier tipo de violencia
Ciertamente tengo buenos amigos políticos, periodistas y abogados. Y entiendo perfectamente la llamada civilización del espectáculo. Es claro que hoy más que nunca muchas batallas se ganan más en los medios que en aquellos espacios donde corresponden.
En los setentas y ochentas los servicios de inteligencia se preocuparon particularmente de las llamadas escuelas populares del movimiento terrorista Sendero Luminoso. Pues ellas no solo eran centros de adoctrinamiento sino aun de formación para la realización de acciones militares.
Ocurre que hoy basta ver un día de televisión –abierta o cerrada– para constatar la proliferación de escuelas populares multiplicadas y al servicio de causas diferentes. Las hay, obviamente, defensores como antaño de posturas antidemocráticas, pero también hay otras que –siendo acaso más perjudiciales por pasar inadvertidas- van formando conciencias y creando mentes proclives ya no solo a la violencia de Sendero Luminoso sino a cualquier tipo de violencia. Terreno fértil para el aprovechamiento político.
Día tras día vemos desfilar, por ejemplo, a eminentes ciudadanos dándonos verdaderas clases sobre ´cómo evadir a la justicia´. Pues so pretexto de defender a algún cliente, nos explican con lujo de detalles por qué no se ´consideraría´ delito la falta cometida al amparo de X o Y triquiñuelas legalistas.
Ocurre que la reiteración de estos programas echa luces no solo sobre los casos tratados, también tiene efecto sobre todas aquellas personas aspirantes a puestos públicos –por ejemplo– que están predispuestas a delinquir y tienen de antemano la justificación ´legal´ para hacerlo. Abogados incluidos, por supuesto.
Sabemos todos del poder mediático. Sabemos todos acerca de que si los medios callan, nuestro triste sistema judicial callará –o hablará– según sus conveniencias. Pero la sobreabundancia de argumentos y justificaciones pre crimen no deja de ser alentadora de la ejecución del mismo.
En una crisis social como la que vivimos ningún bien hacemos a nuestra democracia con la proliferación de estos programas. Todos los involucrados en ellos deberían prepararse con seriedad al abordar los casos y repreguntar siempre documentadamente. Porque de lo contrario estaremos alimentando el delito tal vez sin quererlo. O tal vez –lo que sería más dramático– queriéndolo, por intereses políticos o meramente crematísticos.
Las balas de Sendero Luminoso y sus crímenes no terminan discriminando víctimas. Las minerías ilegales, el narcotráfico, la trata de blancas, los sicariatos de cualquier tipo, entre otros, ahora llamados ´emprendimientos´, tienen en el fondo el mismo desprecio por la vida.
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