Juan Sheput

La notoria mercantilización de la política

La política como moneda de cambio, como objeto de comercio

La notoria mercantilización de la política
Juan Sheput
03 de mayo del 2024


Un par de temas recurrentes en el espacio público han sido la judicialización de la política y la politización de la justicia. No son lo mismo. En este caso el orden de los factores sí altera el producto. La primera tiene que ver con el uso de las leyes para enfrentar a los adversarios y la segunda con usar los atributos políticos (polémica, percepción, retórica entre otros) en el campo jurídico. Ambas son distorsiones que aparecen cuando se atraviesa procesos de degradación institucional.

Pero ha surgido otro elemento que complica aún más el deteriorado ambiente cívico: la mercantilización de la política; es decir, la política como moneda de cambio, como bien o producto al servicio del mercado, como objeto de comercio estandarizado. Una situación así tiene varios síntomas que estamos sufriendo: hacedores de política convertidos en mesas de parte de estudios de abogados (basta con ver cómo algunos congresistas defienden con ardor proyectos de ley que no conocen en profundidad), ministros que claudican de formar opinión en favor de la causa que defienden (para no chocar con el mercado de clientes; es decir los votantes, como se dio en el caso de las AFP) o congresistas que defienden su aumento de sueldo y sus derechos laborales, como si tener una representación que nace del voto popular fuera cualquier trabajito.

Esto último es patético. Se ha visto hasta al Defensor del Pueblo, señor Josué Gutiérrez, argumentando que el aumento reciente de los parlamentarios es justo pues se trata de una nivelación que no se otorgaba hace tiempo. En su ignorancia el Defensor olvida elementos fundamentales de la política, como la trascendencia y la empatía que deben tener los políticos para con el pueblo, trascendencia que tiene que ver con el horizonte histórico del cargo y empatía que se sostiene en el contexto que se está viviendo. Exhibir Rolex, joyas, autos de alta gama o aumentos de sueldo en un contexto de crisis económica no sólo es la antipolítica, sino también olvidar la esencia del servidor público, poniéndose de espaldas a la realidad. Si siguen así los congresistas podrán argumentar en un futuro cercano que necesitan de un sindicato que los represente y defienda adecuadamente.

La política tampoco puede estar al servicio del mercado ni comportarse como un instrumento más de él por una sencilla razón, la política es necesaria para velar por la marcha de los bienes colectivos (educación, salud, seguridad, etc.) pues el mercado no es bueno para eso. La política es fundamental para establecer regulaciones a largo plazo (como en la previsión social, salud, pensiones) pues el mercado es cortoplacista. Pero cuando la política se mercantiliza, cuando se pone a la orden del mercado, sucede lo que estamos viendo en el país: proyectos de ley cuestionables y congresistas que reclaman por su aumento de sueldo como si estuvieran en cualquier “chambita”.

Es una lástima. La reconstrucción de la institucionalidad, que están destruyendo quienes dicen obrar en su nombre, será una tarea muy ardua.

Juan Sheput
03 de mayo del 2024

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