Dante Olivera
Hacia la renovación de nuestra filosofía
Una renovación liberal que sea una respuesta a otras filosofías
Hayek no se equivocó al sustentar que la base de buena parte de los problemas que aquejan a la sociedad se encuentra fuera del ámbito económico (fetichismo de muchos liberales hoy en día) y de muchas otras disciplinas académicas. Por lo general, son las ideas filosóficas (aunque pase desapercibido) las que impulsan buena parte de todos los cambios históricos producidos desde el inicio de la civilización hasta la actualidad: la aparición del Estado puede estar proscrita por un “contractualismo” en las primeras comunidades políticas, por la idea general de que es la violencia estatal la que debe predominar por sobre la individualidad (colectivismo primigenio versus primeros atisbos de individualidad); al impulso de la religión como fortaleza del hombre en la edad media (con sus luces y sombras) le precedía la idea de la una ética objetiva y una deidad superior al humano; el renacimiento estuvo marcado por una vuelta al mundo clásico y el estudio de las artes, ciencias y humanidades…incluso en la propia revolución industrial o científica del siglo XVIII estaba presente las ideas empíricas y racionalistas que guiarían el destino del mundo moderno. Es más, la propia “materia” o realidad debe ser estudia en base a premisas que escapan de la ciencia misma y entran a terreno filosófico. Es así que hay una gran verdad en mencionar que si hay errores o problemas en la presente sociedad, no se deban solamente a cuestiones técnicas, sino de corte filosófico (¿O ya nos hemos olvidado de la presente sociedad líquida o sociedad del cansancio?)
En el presente terreno abordado, está el académico-intelectual que preocupa a cada generación (a unas más que otras, claro está). Si nos proponemos ver los problemas nacionales o regionales podemos ver que estos no escapan a un debate intelectual implícito en la sociedad (lo que algunos académicos, a mi juicio, denominan de manera incorrecta como “batalla cultural”). Sea como fuese, el debate está en muchas esferas de nuestras heterogéneas vidas: las ideas educativas con la forma y modelo de enseñanza, las ideas religiosas o de carácter deísta en constantes pugnas, o más actualmente la idea del “modelo económico”. Tal vez el terreno donde se ven más reflejadas las pugnas académico-intelectuales es la política (la cual no es más que una lucha por el poder), por la gran influencia que tiene esta en nuestras vidas.
Planteado brevemente el asunto, es importante replantear lo que en su época fueron (con más aciertos que errores) las ideas liberales, la filosofía liberal en sí.
Juan Ramón Rallo yerra al reducir lo que es el liberalismo a una mera filosofía política. El liberalismo es una filosofía en sí misma, con un gran corpus doctrinario que van desde el aspecto ontológico (ontología de la libertad, debate poco tocado), pasando por una antropología propia (sobre todo en la época de la “ilustración) y llegando hasta los aspectos epistemológicos del siglo pasado con Hayek y Popper. No se pueden reducir las ideas liberales a una mera filosofía política (que, dicho sea de paso, es el culmen o la praxis de toda filosofía en sí) como algunos sostienen, se debe ir más allá.
Es por ello que propongo una revisión de las ideas que durante largo tiempo pudieron dar al hombre una serie de instrumentos que lo ayudaron en su desarrollo histórico, tecnocientífico y social y que hoy en día pareciera estar decayendo o siento olvidado en nuestras élites o círculos intelectuales peruanos que, una vez más citando a Hayek, serán los intermediarios entre la información y la sociedad en sí. Una renovación liberal que sea una respuesta y una propuesta frente a muchas otras filosofías que yacen en nuestra sociedad y perjudican tanto a las personas como a la comunidad. Revivamos y recuperemos el espíritu liberal.
COMENTARIOS