Luis Enrique Cam
Elogio a los emprendedores
En Fiestas Patrias recordemos a quienes sacan adelante a su familia y al país

Me gusta que las Fiestas Patrias se celebren en julio. En Lima —y en casi toda la costa— este mes suele estar cubierto de un cielo gris y apagado, pero de pronto, con las banderas rojiblancas ondeando en casas y edificios, el paisaje adquiere color, fuerza y alegría. Se presenta el horizonte como un ejército en orden de batalla. El Perú celebra su independencia incluso en medio de las dificultades. Así ocurrió en 1821, así sucede en 2025, y así seguirá siendo porque el paraíso no es de este mundo. Sin embargo, tenemos muchos motivos para celebrar.
El Perú es un problema, pero felizmente sigue siendo una posibilidad, dijo Jorge Basadre. Una posibilidad que progresa, a pesar de todo, gracias en gran parte al espíritu emprendedor de millones de peruanos. Son hombres y mujeres que no se resignan, que no se victimizan, que luchan cada día contra la ineficiencia, contra las trabas burocráticas, contra la inseguridad y contra la indiferencia. Emprendedores que, desde la bodega de barrio hasta la agroindustria exportadora, desde el servicio público hasta las startups digitales, sacan adelante a sus familias y al país.
Ellos no quieren un Perú dividido ni herido por el terrorismo, la corrupción o el odio. Quieren un país donde sus hijos puedan crecer en paz, con dignidad y oportunidades. Los emprendedores mueven la economía, generan empleo, promueven la innovación. Por eso, muchas veces, despiertan la envidia de los mezquinos y la incomprensión de los burócratas. Pero no se detienen.
También es justo destacar que detrás de cada emprendimiento hay una enorme dosis de creatividad, ese rasgo tan profundamente peruano. En la gastronomía, en el arte, en el comercio, en la agricultura o en la tecnología, la capacidad de imaginar soluciones, reinventarse y abrir nuevos caminos es admirable. Esa creatividad, parte del ADN peruano, es una de nuestras mayores fortalezas como nación.
Y no podemos dejar de reconocer a las miles de mujeres peruanas que lideran emprendimientos con coraje y perseverancia. Madres, jóvenes, profesionales o adultas mayores, que enfrentan doble o triple jornada, y que aun así sacan adelante sus negocios, muchas veces desde la informalidad y con escaso apoyo. Son verdaderas heroínas silenciosas del progreso nacional.
Este 28 de julio quiero rendir un homenaje a todos ellos: a los emprendedores de la micro, pequeña y gran empresa; al servidor público que cumple su deber con honestidad; al peruano que, desde su esfuerzo diario, contribuye a construir un país mejor.
Con el anhelo del prócer: “¡Firme y feliz por la unión!”, renovemos nuestro compromiso con la esperanza y la unidad. No posterguemos la cultura y la educación de los niños y jóvenes para que esta gran familia llamada Perú siga siendo siempre una posibilidad luminosa, a pesar de los días grises.
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