Javier Agreda
El París personal de Marco García Falcón
Reeditan primer libro del premiado escritor peruano

Marco García Falcón (Lima, 1970) obtuvo recientemente el Premio Nacional de Literatura 2018 por la novela Esta casa vacía (Peisa, 2017). Sin embargo, durante mucho tiempo se le identificó con el cuento, pues tuvo destacada participación en diverso concurso de cuentos locales, como el Copé. Incluso su primer libro París Personal (2002) fue un conjunto de cuentos que tienen como escenario la ciudad de París (más bien el mito cultural que ella representa) y muchas otras cosas en común. Este muy buen libro acaba de ser vuelto a publicar por la editorial Peisa,
Los protagonistas de estos cuentos son en su mayor parte jóvenes latinoamericanos, escritores y artistas aún en proceso de formación, que piensan que París es el lugar más propicio para desarrollar sus obras, a pesar de tener que pasar por la experiencia del exilio y la pobreza. Este “París” sobre el que tanto se ha escrito, y al que aparentemente hoy solo podríamos referirnos con ironía y melancolía (como lo hizo Ribeyro en “La juventud de la otra ribera”) es visto con una inusual mezcla de inocencia y alegría. En el primer cuento, “El resplandor de Celine”, el propio autor define esa inocencia como “la posibilidad de contacto inicial con las cosas que nos hace ver el mundo de una manera irrepetible y que poco tiene que ver con la ingenuidad... más bien como una especie de alegre temeridad”.
La “alegre temeridad” está encarnada principalmente por los personajes femeninos, empezando por Celine, una joven modelo de la escuela de arte en la que estudia el protagonista del cuento. Ella es una mujer de una belleza rara, “con unos enormes ojos verdes que parecían mirar desde otro lado” y con aficiones verdaderamente extrañas, como hacer maquetas de casas antiguas o perfeccionar un aparato con el que se puedan ver a los ángeles”. El romance entre los jóvenes termina cuando ella desaparece tan misteriosamente como apareció. La misma singularidad y evanescencia caracterizan a Paloma en el cuento “De un azul purísimo”, a Vera en “La tierra más lejana”, o a Claudine de “La verdadera flor de Coleridge”.
Todas ellas van creando una especie de arquetipo femenino, hecho a la medida de las fantasías de los personajes masculinos, mucho más reales. Y esto sería un defecto de no tratarse precisamente del tema principal del libro: el enfrentamiento entre todos los mitos y fantasías de esos jóvenes y la realidad, entre el “París personal” del título y el verdadero. Si bien en los primeros relatos prima el mito, poco a poco la realidad comienza a filtrarse y a convertirse en una fuente de conflictos. La tensión alcanza su mayor expresión en el cuento “El cazador invisible”, sin lugar a dudas el mejor del libro, que narra la historia de un investigador literario que llega a París rastreando las huellas de un desconocido escritor piurano. Lo libresco y lo real comienzan a interactuar en la vida del protagonista, y el lector casi no se da cuenta que está pasando constantemente de un lado a otro (como en la mayoría de estos cuentos), hasta llegar al sorpresivo final.
García Falcón ha sabido acercarse a los asuntos más serios y hasta trágicos (p. e. el suicidio de Vera en “La tierra más lejana”) manteniendo la inocencia y claridad de su propuesta inicial, especialmente en lo que respecta al lenguaje, siempre bien trabajado, pero alejado de toda estridencia y retorcimiento formal. Atento lector de Borges, el escritor más citado en este libro, huye de cualquier barroquismo o exceso de coloquialidad para entregarnos una prosa clásica, siempre clara y armoniosa, que da gusto leer. La conjunción de buena prosa, recursos narrativos tradicionales y una clara conciencia de la capacidad que tiene el lenguaje para crear los más diversos mundos imaginarios son virtudes presentes en París personal y que García Falcón desarrollaría a plenitud en su posterior obra narrativa.
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