Arturo Valverde

El génesis de Don Quijote de la Mancha

Sobre la forma en que Cervantes introduce a sus personajes

El génesis de Don Quijote de la Mancha
Arturo Valverde
10 de septiembre del 2024


Don Miguel, el primer capítulo de su célebre novela
Don Quijote de la Mancha me traslada al libro del Génesis, cuando Dios llamó “día” a la luz y “noche” a las tinieblas, y Adán nombró a toda bestia y ave de los cielos. “Y Dios formó, pues, de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de los cielos, y las trajo a Adán para que viese cómo las había de llamar; y todo lo que Adán llamó a los animales vivientes, ese es su nombre. Y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos…” (Génesis, 2:19-20).

Así también, su Quijote crea y nombra con su imaginación. Dice usted: “Fue luego a ver su rocín…; y así, después de muchos nombres que formó, borró y quitó, añadió, deshizo y tornó a hacer en su memoria e imaginación, al fin le vino a llamar Rocinante, nombre, a su parecer, alto, sonoro y significativo de lo que había sido cuando fue rocín, antes de lo que ahora era, que era antes y primero de todos los rocines del mundo”. Y esto, es casi como decir, si usted me lo permite: “Sea la luz; y fue la luz”. 

Luego, el caballero se nombra a sí mismo como “don Quijote”, con esa terminación graciosa “ote”, y se dice que, “acordándose que el valeroso Amadís no sólo se había contentado con llamarse Amadís a secas, sino que añadió el nombre de su reino y patria, por hacerla famosa, y se llamó Amadís de Gaula, así quiso, como buen caballero, añadir al suyo el nombre de la suya y llamarse don Quijote de la Mancha, con que a su parecer declaraba muy al vivo su linaje y patria, y la honraba con tomar el sobrenombre de ella”. 

Así, Quijana o Quesada o Quijada, importa poco, creó finalmente a don Quijote, a sabiendas de que algún día se recordarían sus aventuras. Pero, además, otorga un nombre a la mujer que le acompañará en su solitaria empresa. Y cuenta, que el Quijote “se dio a entender que no le faltaba otra cosa sino buscar una dama de quien enamorarse, porque el caballero andante sin amores era árbol sin hojas y sin fruto y cuerpo sin alma…”. Y, así, Quijote creó a Dulcinea.

Dicho esto, Don Miguel, al final del génesis de su Quijote, surge una revelación, que explica la manera en que se nombró a cada cosa: “…a su parecer, músico y peregrino y significativo, como todos los demás que a él y a sus cosas había puesto”. Y pienso, señor, que nos ha dado tres ingredientes idóneos, a tomar en cuenta, antes de nombrar a las cosas de este mundo.

Arturo Valverde
10 de septiembre del 2024

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