Javier Agreda
Demonio del mediodía
La novela de Alonso Cueto cumple 20 años

Hay dos etapas en la narrativa de Alonso Cueto (Lima, 1954): una es la de los primeros libros –La batalla del pasado (1983) y El tigre blanco (1985)– basada en personajes solitarios (intelectuales y artistas provenientes de familias antiguas y tradicionales) que enfrentaban conflictos internos, psicológicos o morales; la otra es la de sus más recientes libros, con personajes más simples y plebeyos, en la que las tramas están más relacionadas con los problemas de la sociedad peruana de nuestro tiempo. Acaso una de sus novelas en las que mejor logra equilibrar esas dos tendencias, es Demonio del mediodía, publicada hace exactamente 20 años.
La novela narra diez años (desde fines de los ochenta hasta fines de los noventa) en las vidas de un grupo de personajes involucrados en un peculiar triángulo amoroso. Celia Carlessi es una joven abogada, amante de Ricardo Borda, dueño del Estudio donde ella trabaja. Completa el triángulo Renato La Hoz, joven abogado provinciano, platónicamente enamorado de Celia. Las relaciones entre estos tres personajes constituyen el núcleo de un relato en el que no faltan los escándalos, sucesos violentos (un intento de asesinato y dos suicidios) o las alusiones a la situación política, económica y a la violencia que padeció Lima en esa época.
Celia y Renato son, como buena parte de los personajes de Cueto, dos solitarios que una sola vez en su vida se atrevieron a seguir sus impulsos naturales y rompieron con “el miedo y las costumbres”. Las consecuencias de estos actos (propiciados por el Demonio del mediodía, “la melancolía de la mitad de la vida”), los acompañarán por muchos años. Los mejores pasajes de este libro son precisamente aquellos en los que el autor llega a mostrarnos, con conocimiento y precisión, las diversas reflexiones y emociones (culpa, arrepentimiento, nostalgia) de sus personajes.
A partir del trío de protagonistas, se va desarrollando una amplia galería de personajes secundarios que abarcan casi todos los estratos de la sociedad limeña. Y es ahí donde comienzan los problemas del libro, pues Cueto no llega a mostrar la misma penetración y empatía con los personajes provenientes de las clases bajas que con los de clase alta. Este desencuentro entre el autor y algunos de sus personajes se debe en gran parte a las diferencias sociales y también a una cierta inadecuación literaria, pues las técnicas jamesianas, que tan acertadamente emplea Cueto en Celia y Ricardo, no parecen las más apropiadas para interiorizar en los demás personajes.
Si bien el retrato de la sociedad limeña de finales del siglo XX (uno de los propósitos del libro) no está del todo logrado, Cueto demuestra en esta ambiciosa novela su gran versatilidad narrativa, que le permite cambiar constantemente los puntos de vista, los registros de lenguaje, saltar de la profundización en los personajes al diálogo ameno y fluido. Demonio del mediodía es, sin lugar a dudas una muy buena novela, de las mejores de la extensa obra de Alonso Cueto.
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