David Auris Villegas
Cultivar una cultura de paz por la sobrevivencia
El 21 de septiembre es el Día Internacional de la Paz
En un mundo en creciente conflicto, desde breves tensiones familiares hasta los conflictos entre países de Medio Oriente y Europa, debido a que no hemos logrado cultivar una paz duradera. En muchos lugares, algunas personas tratan de imponer sus ideas y formas de vida a los demás. Por ejemplo, Perú, al igual que muchos países, atraviesa una violencia a causa de la atroz delincuencia y la mediocre convivencia, que reflejan una clara ausencia de una cultura de paz, tan necesaria como el aire para respirar y vivir.
Para comprender la magnitud del impacto de la violencia diremos que está presente en todas las latitudes y pareciera que se nos está desbordando de las manos. No obstante, para nuestra suerte, estamos dotados de una innata inteligencia y poseemos una maravillosa herramienta: la comunicación. En la actualidad, más que nunca, afinemos el diálogo diplomático y pongámoslo en práctica en todas nuestras interrelaciones humanas, con el fin de levantar puentes interculturales de inclusión y armonía, más allá de los fríos muros de la intolerancia.
Inspirado en los ideales pacifistas de la Unesco, según las Naciones Unidas, el concepto de la cultura de paz se originó en África, en 1989. Al respecto, la Dra. Audrey Azoulay nos pide estampar el poder de la paz en la mente de todas las personas, apelando a la educación. Para que reflexionemos y evaluemos sobre nuestras acciones, la Asamblea General de las Naciones Unidas, instituyó el Día Internacional de la Paz cada 21 de septiembre desde 1982.
Asimismo, encaminados a desafiar esta difícil prueba de nuestra historia, no estamos solos y seguro que atravesaremos airosos este viaje por la coexistencia global, apoyados por la batería de nuestra democracia que extiende la mano de la tolerancia. La cooperación y la solidaridad global como otro elemento detonador de la paz son los caminos esperanzadores que pondrán a salvo nuestras vidas.
Como el epicentro de la vida global, y el espacio que por naturaleza moldea nuestras mentes y nuestras emociones y que definitivamente cambia las vidas, es la educación formal e informal en todas sus formas. Es a este campo al que debemos acudir y unir las fuerzas para potenciar y educar al ser humano capaz de ver al prójimo de los tiempos bíblicos.
La violencia siempre ha desafiado a la existencia humana, por lo que el constante cultivo de una cultura de paz es tarea de todos.
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