Delia Muñoz
Compromiso, convicción y liderazgo
¿Dónde están lo nuevos líderes latinoamericanos?
Este año me tocó leer mucho de historia jurídica del país, desde nuestros fundadores hasta los reformadores constitucionales, lo que me permitió criticar a estos personajes o identificarme con ellos. En forma paralela, al igual que ustedes, presencié los hechos políticos vividos la región y en el país, como desmanes masivos, renuncia de presidentes, cierre del Congreso y nuevas elecciones. Pero estas acciones tienen un signo común: no hay la figura de un líder emergente que conduzca las protestas o procesos políticos en los países involucrados.
Hoy puedo invocar e identificarme con Francis Fukuyama, cuando en su obra The end of the History nos planteaba que la democracia liberal sería el último modelo que tendremos, pues al potenciar la igualdad de los hombres, estos buscarán su destrucción con la eclosión de nuevos conflictos. Y parece ser cierto. En la región hemos ido desarrollando modelos que nos han permitido mejoras económicas sustanciales, con disminución de la pobreza extrema en Chile, Bolivia, Ecuador, Colombia y Perú. Sin embargo, la crisis social irrumpe con violencia y desde todos los sectores.
Esta ola de hartazgo y rechazo hacia los sistemas que venían funcionando, pone sobre el tapete varias cuestiones. La primera que llama poderosamente mi atención es la ausencia de un líder que encabece las protestas. No hay liderazgo de un sucesor. ¿Por qué? ¿Dónde están los líderes?.
La excusa esgrimida por comentaristas y analistas, suele ser la brecha social ante los privilegios. De repente es cierto, y seguro lo es a nivel de sentimiento. Pero en el Perú, según el PNUD, en la última década se redujo la pobreza multidimensional a menos del 20%, algo nunca antes visto. Por lo que en nuestro país el problema es el de acceso a servicios (salud, agua, Internet), que demanda la población mayoritariamente. Y a la satisfacción de esos derechos deben abocarse las autoridades, con planes concretos.
Otro gran argumento es el de la corrupción. En este aspecto sí hay mucho que trabajar. Pero no solo las autoridades, sino la sociedad en general, que debe aguzar su intervención para realizar un mejor control social en la ejecución del gasto público. Y también debe exigir a las autoridades competentes que la lucha contra la corrupción no se convierta solamente en planes o declaraciones, debiendo exigir rendición de cuentas y transparencia.
A este nivel hacen falta líderes sectoriales que encabecen, con ejemplo y dedicación, el compromiso de rechazo a la corrupción. Esto implica incorporar en la vida empresarial las buenas prácticas, como entregar factura, pagar salarios a los trabajadores, respetar normas de salud, entre otras.
Pero en líneas generales, considero hace falta una renovación del liderazgo y de las ideologías, de la sociedad en general. Quizás debemos empezar por recuperar el respeto hacia nuestra identidad, trabajar en el respeto a la igualdad y la proscripción de la discriminación. Pero en forma efectiva, dejando de lado los planes y programas que se escriben en flyers, apuntando hacia un mayor y real compromiso ciudadano para permitir el libre desarrollo de las personas.
Si no tomamos control de nuestras decisiones políticas, económicas y sociales, vamos dejando el espacio para que cualquier persona nos diga cómo debemos votar, cómo elegir y disponer de nuestras inversiones y decisiones. Hay que tener claro que la libertad exige compromiso y acción para sacar adelante a nuestro país convicción.
PD: Mientras termino estas personales reflexiones, escucho al presidente del Tribunal Constitucional reivindicar el rol que cumple para cautelar derechos humanos, que los jueces deben respetarlos para todas las personas y, que la justicia mediática no es justicia. Me permito recordar que el debido proceso, con garantías en derechos fundamentales, construye en forma sólida las bases de la democracia.
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