Javier Agreda

Carlos Germán Belli: ¡Salve, Spes!

A veinte años de la publicación del extenso poema

Carlos Germán Belli: ¡Salve, Spes!
Javier Agreda
15 de enero del 2020


De los poetas de la generación del cincuenta, Carlos Germán Belli (Lima, 1927) es uno de los que más tardíamente se dio a conocer (su primer libro,
Poemas, es de 1958), cuando ya había desarrollado un estilo sumamente personal, extraña combinación de lenguaje antiguo, formas vanguardistas y una temática abiertamente existencial. Autor más bien parco, su obra tiene tiene largos periodos de silencio, como el que abarcó toda la década de los noventa. Un silencio literario del que salió hace exactamente veinte años, con uno de sus poemas más extensos y ambiciosos: ¡Salve Spes! (Universidad Católica, 2000), un extenso y optimista canto a esa personificación latina de la esperanza.

El crítico Ricardo González Vigil señala en el prólogo de este libro que hay dos etapas muy marcadas en la poesía de Belli. La primera es la los libros iniciales –la obra reunida en El pie sobre el cuello (1967)-, caracterizada por expresar de una manera angustiada y pesimista los problemas y frustraciones del hombre común, con frecuencia un oficinista o un padre de familia. La segunda etapa se iniciaría en los años ochenta –con los poemarios Más que señora humana (1986) o En el restante tiempo terrenal (1988)– y en ella el erotismo se ha convertido en el eje central de una visión del mundo mucho más positiva y optimista.

Así, en sus inicios el poeta pedía “Venid, muerte, para que yo abandone / este linaje humano / y nunca vuelva a él”, ahora encuentra en la esperanza, “Allá en el horizonte apareciendo/ como el sol de la medianoche rojo /cuyos rayos irradian por doquier” (p. 19), aquello que puede hacer gozosas tanto la vida como la muerte. El tema es desarrollado con la mayor amplitud y desde diversas perspectivas en las diez partes en las que se divide el poema: la resignación (en la sección II), el arte de levantar castillos en el aire (V), la función de la poesía (VIII), del erotismo (IX) o del destino (X) en esta propuesta belliana.

La tendencia al rigor formal manifestada por el autor en libros anteriores –el uso de formas estróficas como la villanela o la sextina, por ejemplo- es llevada al extremo en este poema. Cada una de las diez secciones está compuesta por diez estrofas de diez versos; y cada estrofa tiene exactamente la misma combinación de ocho versos endecasílabos y dos heptasílabos. Belli sale bien librado del reto que este rígido esquema representa gracias a su virtuoso manejo de la sintaxis, lindante con el barroquismo, y al empleo de un lenguaje sumamente variado, en el que conviven arcaísmos, giros coloquiales, nombres de personajes mitológicos, y todo tipo de neologismos y términos científicos. 

Los seguidores de la obra de Belli echaron de menos, en este libro, lo desgarrador y hasta grotesco de sus primeros poemas; o la agresiva sexualidad de los más recientes. En 1973 Alberto Escobar señalaba que si bien la poesía de Belli se presentaba ante el lector como un discurso irónico, torturado y patético, era posible encontrar en su trasfondo una especie de “esperanza difusa”. En el poema que reseñamos los roles se han invertido y la “esperanza” aparece en el primer plano, quedando aquellos otros elementos relegados, casi para ser leídos entre líneas. Los componentes son los mismos, pero aquello que hacía tan intensa a esta literatura aparece aquí un tanto diluido y suavizado.

Resumen y conclusión de casi todos los temas de su poesía, además de una demostración de maestría formal, ¡Salve Spes! es sin lugar a dudas uno de los textos más importantes dentro de la obra de Carlos Germán Belli. Ricardo González Vigil llega incluso a equipararlo con otros grandes poemas hispanoamericanos como Piedra de Sol de Octavio Paz o Muerte sin fin de José Gorostiza.

Javier Agreda
15 de enero del 2020

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