César Martín Peñaranda
Alertas Globales
Cinco graves problemas para la economía mundial
Las alertas globales para el 2017 han ocupado nuestras recientes columnas. Hemos dedicado particular atención a la era Trump, como también al desempeño y viraje estructural de China. En esta ocasión ahondaremos en las cinco restantes: los riesgos de quiebre de la zona euro, el nacionalismo y cuestionamiento al comercio, el fin de la austeridad fiscal en el mundo desarrollado, la reflación, y la búsqueda de nuevas fuentes de crecimiento. Veamos.
Se avecina un contexto complicado para la Eurozona, en un año electoral crucial (Holanda, Francia, Alemania y probablemente Italia) en el que se espera que más partidos euroescépticos ganen terreno legislativo, potencialmente minando la necesaria mayor integración bancaria y fiscal, así como la consolidación de la reformas procompetitividad (del Estado, de infraestructura y laboral, entre otras) que la retirarían del estancamiento secular. Habrá que estar atentos a los riesgos sistémicos, particularmente aquellos que emanen del sistema bancario. Probablemente entre los años 2017 y 2018 se defina el destino de la Eurozona.
Continuando con la segunda alerta: un riesgo geopolítico sustancial y shock negativo para los mercados, que atañe a las restricciones inmigratorias. Se acaba de dar inicio en Estados Unidos, se espera que se endurezca en Gran Bretaña —como parte del Brexit— y podría llegar al extremo en Europa, con la crisis de refugiados poniendo en jaque a la zona Schengen. En paralelo encontramos el escrutinio al comercio, exacerbado por el inicio de la era Trump, estrenada con anuncio de salida del TPP y renegociación del NAFTA, aunque sin desfavorecer los acuerdos bilaterales. Bajo este escenario pueden generarse oportunidades alternativas para países como el Perú, ya sea con un TPP renegociado, intensificando acuerdos bilaterales o buscando otros multilaterales. Deberíamos poner especial atención a la Asociación Económica Integral Regional —RCEP por sus siglas en inglés, formada por Australia, China, Corea del Sur, India, Japón, Nueva Zelanda y los países del ASEAN—, que representa casi la mitad de la población mundial con estructura demográfica aún atractiva.
La tercera atañe al estímulo fiscal en el mundo desarrollado. La política monetaria ha llegado a su límite y las tasas de interés negativas han tenido efectos perniciosos particularmente para el sector bancario. El crecimiento ha continuado lento y la deuda sigue aumentando aun con austeridad fiscal. La consecuente fatiga podría gatillar políticas más populistas en medio de un mayor sentimiento anti-establishment. Si bien pensamos que no habrá un cambio radical, las economías desarrolladas recurrirán al recorte de impuestos y gasto en infraestructura, tal como se ha especulado en Estados Unidos, Japón y Gran Bretaña. En esta misma línea, para Europa la consolidación fiscal será más gradual, si bien esperamos que la Unión Europea mantenga un férreo compromiso con el control del gasto, evitando así la volatilidad en el mercado de bonos y potencial riesgo sistémico.
La cuarta es la reflación. Para el 2017 se proyecta una inflación mundial en el entorno del 3%, que sería la más alta desde el 2013, dando un gran salto desde el 2.1% del 2016. La tendencia viene tanto del mundo desarrollado como del emergente, a lo que hay que añadir el incremento en el precio de los commodities. Del despertar inflacionario se deriva la anunciada política contractiva de la Reserva Federal, que podría exacerbarse con el esperado estímulo fiscal. Esto potencialmente complicaría el accionar de los bancos centrales en países emergentes, al reducir el espacio para recortes de tasas de interés que impulsen la demanda en un contexto de crecimiento ralentizado.
Finalmente, no encontramos fundamentos para esperar mayores ganancias en el precio de los commodities, en particular con China virando estructuralmente e iniciando una política económica más neutral (ver columna anterior). Para Latinoamérica la fuente de crecimiento primordial debe ser la inversión privada; compleja situación en un ambiente enrarecido por el ruido político y golpe institucional.
Por César Martín Peñaranda
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