Carlos Hakansson

Acuerdo fundamental y acuerdo procedimental

Acuerdos sobre las reglas básicas para un formal ejercicio democrático

Acuerdo fundamental y acuerdo procedimental
Carlos Hakansson
08 de agosto del 2023


La política es una actividad del ser humano en sociedad. Las personas tienen unas necesidades individuales, familiares y sociales que atender. Los requerimientos de una sociedad que vive en comunidad buscan resolverse con el concurso de sus integrantes. Por eso, la democracia representativa es el sistema de gobierno mejor tolerado por la sociedad. Los ciudadanos eligen por mayoría a las personas que se ocuparán de atender y resolver los problemas dentro de la comunidad política que representan.

Por ejemplo, la democracia representativa se manifiesta desde las juntas vecinales comunales (en adelante, juvecos) que nombran un presidente y buscan en conjunto atender las necesidades de limpieza, ornato y seguridad del vecindario en coordinación con su municipio que brinda los medios que son financiados con el pago de nuestros arbitrios. Las juvecos también pueden organizarse para tratar y resolver con armonía otros problemas internos de la vecindad. A la elección periódica de alcaldes le siguen los gobernadores regionales y las autoridades nacionales: presidencia de la República, sus vicepresidentes y los parlamentarios.

Todo lo anterior nos conduce a que la política promueve una acción con un fin determinado. Ese fin no es otro que el bienestar general o bien común. La política es una actividad propiamente humana para alcanzar el pleno bienestar en una comunidad. Si partimos de esta idea sobre la política, veremos que alcanzar el bienestar general no resulta fácil, en especial cuando concursan ideologías que nos ofrecen esa “tierra prometida” cuando las personas en una sociedad son el resultado de una suma de pareceres, posiciones, juicios y soluciones diversas que invitan a agruparse según su posición respecto a cualquier tema en común y al final tomar decisiones por mayoría. Desde ese punto de vista la política tiene mucho de arte porque es un oficio que demanda capacidad, talento y experiencia. En otras palabras, el ejercicio de la política no es improvisado.

Si coincidimos con la idea anterior, el tema se complica cuando hablamos de los temas que aquejan a un país diverso y pluricultural. Por eso, antes que todo, es primordial que la comunidad acuerde un conjunto de ideas sobre cómo desea ser gobernada, cómo se aprobaran las leyes, cómo se sancionaran los delitos, cómo se elegirán a nuestros representantes y cuáles serán nuestros derechos y los límites de las autoridades para tomar decisiones. Un conjunto de principios y reglas que llamamos Constitución.

La idea de Constitución se comprende a partir de concebirla como un acuerdo fundamental básico en una comunidad política. La Constitución opera en una democracia como un parámetro que inspira las políticas a implementar. En otras palabras, marca el camino en medio de las decisiones políticas respetuosas del gran consenso inicial tomado por personas con una variedad de formas de pensar, pero con determinados temas de común acuerdo. Una comunidad que no es capaz de alcanzar un acuerdo fundamental difícilmente podrá ejercer la política, pues carece del amplio consenso ciudadano para reconocer hacia dónde apunta la realización del bien común.

En esos casos, algunos países menos que lograr un acuerdo fundamental han alcanzado uno procedimental; es decir, el acatamiento de unas reglas básicas para un formal ejercicio democrático: elecciones periódicas, universales y libres con voto secreto, alternancia en los cargos públicos por sufragio, control político parlamentario, debido proceso judicial, pero conservando problemas comunes sin resolver, por ejemplo, la forma de Estado, la unidad del territorio y un nacionalismo separatista.

Los países de acuerdo fundamental y procedimental no agotan los regímenes democráticos de Occidente. A países con una Constitución vigente debemos agregar problemas agudos por resolver: el analfabetismo, una estructura social clasista, los rezagos del racismo, un alto déficit de Estado de Derecho y desafección política ciudadana que, a pesar de la alternancia democrática y desarrollo jurisprudencial, no se termina de consolidar la constitucionalidad a pesar de sus logros. Los infructuosos intentos de dichos países para alcanzar un acuerdo fundamental o procedimental los convierten en comunidades donde las condiciones para el ejercicio de la política son bajas. A falta de un acuerdo, la Constitución seguirá siendo un tema de recurrente discusión que surgirá en cada crisis política, social o económica y que será aprovechado por candidatos de posturas radicales en cada proceso electoral.

Carlos Hakansson
08 de agosto del 2023

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