Juan Sheput

De cómo pasamos de la virtud al desencanto político

El deterioro y la destrucción calculada del sistema de partidos

De cómo pasamos de la virtud al desencanto político
Juan Sheput
04 de julio del 2025


Cuando fue elegido, con la votación más alta, al Congreso Constituyente de 1978 Víctor Raúl Haya de la Torre renunció a todo tipo de beneficio del Estado. Por ley fue obligado a cobrar S/ 1.00 y en paralelo renunció al chofer y seguridad policial (“vayan a proteger al pueblo”, recuerdo que dijo en una célebre entrevista) así como a otros beneficios. Su actitud, viniendo de alguien que no tenía fortuna, sirvió de referente para más de una generación. Víctor Raúl era un hombre de poder, no de la mediocre y vulgar frivolidad. Hasta su testamento fue político pues siempre se mantuvo ajeno a la pequeñez del dinero y los bienes materiales. La preocupación fundamental de Haya era el Perú. Por eso su destino fue trascender, como en efecto sucedió. 

En aquellos tiempos los filtros y exigencias para ser político o servidor público eran de otro calibre. La lectura de las columnas periodísticas escritas por Felipe Ortiz de Zevallos, Richard Webb o Ramón Remolina ponían la valla muy alta para los aspirantes a tecnócratas. La sapiencia, astucia y temple de personajes como Luis Alberto Sánchez, el “Maestro Sánchez” como lo llamábamos, de Mario Polar, Jorge del Prado, Roberto Ramírez del Villar, Javier Alva y más recientemente Javier Diez Canseco y Carlos Ferrero nos demostraban que el ingreso a la política requería de nosotros un esfuerzo especial, que veíamos como un desafío. La intelectualidad era un atributo admirado, la polémica uno reconocido. Si se trataba de oratoria muchos descollaban y alguno brillaba como Alan García. Lo esencial, los filtros para ser político eran otros. 

Hasta que llegó el deterioro, la destrucción calculada del sistema de partidos que empezó con el golpe de Alberto Fujimori en 1992 y que sirvió para que el afán por el dinero y el avance del pensamiento único progresista se incorpore en las mentes de los peruanos. Prohibir la política en las universidades dejó en manos de los profesores el moldeado de la mente de sus alumnos. Aquellos, impregnados de ideas progresistas, no tenían resistencia, pues en las universidades se proscribió el combate de las ideas. Los resultados saltan a la vista.

Si dejamos de lado, momentáneamente, el análisis del periodo comprendido entre 1992 y el 2019, podremos ver cuáles son los referentes que plantea la política a quiénes quieren incursionar actualmente en ella: sueldos también de S/ 1.00, pero con la diferencia de que quienes cobran un solcito tienen grandes fortunas producto de negocios financieros o educativos. También lisuras al por mayor e insultos a granel que van desde el aburrido “caviar” hasta el comodín insulto de mermelero. Por otro lado, el uso grosero y vulgar de las redes sociales y la mentira como instrumento de manipulación social. Es decir, las exigencias que están a la mano para cualquier pandillero, extorsionador o sujeto marginal. El resultado de esta involución lo podemos observar en abundancia en las redes y en el entorno político que nos rodea.

Sin embargo, no todo está perdido. La palabra “crisis” en el idioma chino significa peligro y oportunidad, y eso es lo que tenemos en abril del 2026. Desde ahora evaluemos a conciencia nuestro voto pensando en no votar por todo aquel que nos haya disminuido como ciudadanos con sus mentiras, su procacidad, su vulgaridad.

Juan Sheput
04 de julio del 2025

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