LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
¿Otra vez fricción Ejecutivo - Legislativo?
El deterioro republicano puede agravarse

El anuncio del Ejecutivo acerca de que se retiraría el resguardo policial a los nuevos congresistas, no obstante que no se han entregado las credenciales a los nuevos legisladores, de una u otra manera desató un amago de fricción de poderes. Manuel Merino de Lama, un conocido acciopopulista de larga trayectoria y voceado para presidir la mesa directiva del nuevo Legislativo, señaló que el Ejecutivo sería responsable si algo le sucediese a un congresista.
En el mismo espíritu de confrontación se pronunciaron otros congresistas de Alianza para el Progreso y Fuerza Popular, señalando que si se retiraba el resguardo policial a los legisladores lo mismo debería hacerse con los ministros. Al margen de que el Ejecutivo no tiene autoridad para retirar el resguardo policial de los legisladores (solo pueden hacerlo el nuevo presidente del Congreso y la mesa directiva) el gesto del Ejecutivo evoca un libreto gastado, absolutamente innecesario para una salida constructiva que demanda el país.
Es evidente que las causas externas a internas que determinan la actual crisis del Ejecutivo, seguramente, impulsarán a este tipo de conductas con objeto de cambiar la dirección de los reflectores. Eso parece evidente. Sin embargo, es incuestionable que la actual experiencia republicana no soportará el libreto con se cerró el anterior Congreso. A estas alturas parece evidente que de un nuevo conflicto de poderes no saldrán ganadores, sino solo perdedores. De alguna manera se estaría creando una crisis para una salida excepcional que ignoraría abiertamente los cauces constitucionales. El problema no solo es el autoritarismo que incuba este tipo de escenarios, sino la tendencia general a una implosión en la que no existirán ganadores.
Claro que si se juega por fuera de los márgenes constitucionales siempre existirán otro tipo de victorias: los triunfos de las propuestas antisistema. Si las cosas se deterioran en extremo, ¿acaso existirá un argumento sólido para defender la actual Constitución? ¿Acaso la idea de una constituyente no se impondrá casi como una ley física?
Hoy todos los sectores de la política peruana, ya sean los que siguen en guerra o los que no están, buscan sobrevivir, temen retaliaciones futuras y creen que apretando al rival se salvarán del futuro sombrío. Generalmente, esa clase de humores y sentimientos se apoderan de las élites y las sociedades que entran a una espiral autodestructiva, que los lleva a la implosión.
Para encontrar una salida a ese estado de cosas se inventó la política, que se mueve a través de los acuerdos y los pactos. Hoy, tal como están las cosas en el Perú, no hay espacios para ganadores. Ya lo hemos visto en la reciente elección para el Congreso. Ojalá desde el nuevo Legislativo surja una corriente centrista que subordine a los extremos de la sociedad y organice una salida hacia el 2021 en base a la política.
¿Salida centrista? Siempre vale recordar que los autoritarismos y las salidas excepcionales solo prosperan cuando polarizan a la sociedad, cuando todo se convierte en blanco y negro. Allí residió el éxito del chavismo en Venezuela y del fujimorato en los noventa. A reflexionar, pues.
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