A través de la prensa de los Estados Unidos se acaba de...
Luego de los cómputos del Servicio Electoral en Chile al 99.9%, el Partido Republicano de José Antonio Kast conseguía más del 35% de los votos; es decir, 22 consejeros del Consejo Constitucional de un total de 51, lo que le permite ejercer el veto ante cualquier iniciativa. De allí que no es exagerado sostener que la estrategia del comunismo chileno de instalar un poder soviético en Chile a través de una constituyente, de una u otra manera, es un histórico tiro que salió por la culata.
El Consejo que acaba de ser elegido, al lado de la Comisión Experta y el Comité Técnico de Admisibilidad, serán los encargados de delinear el nuevo texto constitucional. Los más de 3.4 millones de votos obtenidos por Kast le permitían desarrollar alianzas con la derecha tradicional (Udi, Renovación Nacional y Evópoli) para alcanzar los 31 votos requeridos para desarrollar reformas constitucionales. De esta manera en los republicanos de Kast está la posibilidad de vetar cambios y reformar la Constitución.
Vale subrayar que la derecha tradicional Vamos Chile (Unión Democrática Independiente, Renovación Nacional y Evolución Política) apenas obtuvo 11 escaños con el 21% de los votos, mientras Unidad para Chile, el oficialismo, consiguió 17 escaños. Casi toda la ultraizquierda fue barrida del escenario electoral.
¿Cómo entender este resultado luego de que en marzo del 2019 los estudiantes quemaran Santiago exigiendo que el país con más ingreso per cápita de la región se convirtiera en una Cuba o Venezuela, con incendios y protestas que culminaron en el proceso constituyente que amenazaba destruir a Chile? ¿Cómo entender la posterior elección de Gabriel Boric y luego los dos plebiscitos que derrumbaron y aplastaron la viabilidad de las izquierdas? En el plebiscito de salida de la constituyente, el 62% de los chilenos rechazó el engendro soviético y posmoderno que redactó la Convención Constituyente y que pretendía quebrar la unidad del Estado chileno. En las elecciones de ayer el Gobierno de Boric fue sepultado por segunda vez, y de manera estrepitosa
En este portal lo hemos afirmado más de una vez: la izquierda chilena llegó al poder creando el artificio del “momento constituyente”, cuestionando la Constitución de Pinochet –reformada en 84 ocasiones por movilizaciones multipartidarias de la Concertación– que les posibilitó alcanzar un ingreso per cápita sobre los US$ 15,000 y reducir la pobreza debajo del 8% de la población.
Semejante victoria del comunismo chileno fue posible porque la derecha tradicional abandonó la guerra ideológica, la guerra cultural, y solo se focalizó en la defensa del modelo económico y la inversión. Los estudiantes que incendiaron Santiago exigiendo que Chile se convierta en Cuba también exigían ideología de género, derecho al aborto irrestricto y ecologismo radical. Y luego pasaron a quemar iglesias e imágenes cristianas. En Chile quedó claro que los ciudadanos no solo se alimentan de pan, sino también de relatos.
Sin embargo, cuando la izquierda comunista llegó al poder enfrentó un problema ideológico sin solución. ¿Cómo detener el capitalismo que había creado tanta prosperidad en Chile? No había texto de Marx que valiera ni consejo de asesor cubano sagaz. La convención constituyente, el mamotreto colectivista que redactó y las medidas del Gobierno simplemente destrozaron la economía. Los organismos multilaterales pronostican que Chile entrará en recesión en el 2023, en pleno superciclo de precios del cobre (Chile es el primer productor del mundo de este metal). Y por otro lado, se proyecta una caída de la inversión privada de más del 30%.
Y si a esto le sumamos las ineptitudes, ineficiencias y extravagancias de Gabriel Boric, que presentan un gobierno de improvisados y universitarios –el jefe de Estado puede usar zapatos rotos en ceremonias oficiales– tenemos el cóctel perfecto de por qué el pueblo chileno ha aplastado en dos ocasiones al Gobierno de Boric. El Gobierno de izquierda no es un pato cojo, es un pato sin las dos patas.
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