A través de la prensa de los Estados Unidos se acaba de...
Al cierre de esta edición, las corrientes colectivistas, vinculadas al Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla, lideradas por Evo Morales, aparentemente, habían suspendido el evento llamado Runasur, que se iba a efectuar el 20 y el 21 de diciembre en el Cusco (la información debe confirmarse). Lo más grave de todo: el proyecto Runasur, del eje bolivariano, busca fracturar la unidad nacional del territorio del Perú proclamando el proyecto de una república aymara en territorios peruanos y bolivianos.
Unos días antes, en el pleno del Congreso, del Perú se había leído la resolución de la comisión de Relaciones Exteriores del Congreso que declara persona no grata a Evo Morales por su permanente injerencia en los asuntos internos del país. Igualmente, un pronunciamiento nacional de ex cancilleres y vicecancilleres de Relaciones Exteriores denunció que “una clara amenaza se aproxima desde el exterior sobre la soberanía, independencia y seguridad nacional…”. La denuncia se refería evidentemente a la reunión que impulsa Morales en el Cusco.
Asimismo, el ex canciller Francisco Tudela, en artículo publicado en El Comercio, aseveraba que el Runasur y el proyecto de Evo estaban vinculados a la permanente ofensiva de Castillo en contra de Occidente y 200 años de experiencia republicana. Finalmente, diversos colectivos ciudadanos comenzaron a trasladarse al Cusco para protestar por la injerencia del ex presidente boliviano.
El asunto es más grave de lo que parece y puede representar una crisis sin retorno para la administración Castillo, obligado por la Constitución a defender la integridad territorial. Desde que el jefe de Estado asumiera el poder el pasado 28 de julio, Evo Morales ha desarrollado tres viajes al Perú y ha utilizado vehículos oficiales del Estado para promover campañas que dividen y enfrentan a los peruanos, como la convocatoria de una asamblea constituyente y la expulsión de la DEA y el fin de la colaboración de los Estados Unidos en la urgente e imperiosa lucha contra el narcotráfico.
Pero lo más grave, inaceptable, e inconcebible: frente a la mayoría de peruanos ha agitado la propuesta de fracturar la unidad territorial con el proyecto de una república aymara en los territorios del sur del Perú y parte de Bolivia, mientras desarrollaba la estrategia boliviana de crear un puerto en el litoral peruano.
Todos estos hechos se han sucedido con la anuencia del presidente Castillo, quien incluso se viste a semejanza de Morales con el liqui-liqui venezolano para diferenciarse de “los trajes protocolares occidentales”. A nuestro entender, si continúa la injerencia de Morales en los asuntos internos se estaría configurando la falta más grave cometida por el presidente Castillo en pocas semanas de gestión.
A estas alturas comienza a quedar en evidencia que la propuesta de la asamblea constituyente no solo busca centralizar el poder al margen del sistema republicano, ahogar las libertades e instaurar un régimen estatista y colectivista; también pretende fracturar la unidad del territorio del Perú, tal como ha venido sucediendo a lo largo los 200 años de historia republicana.
De otro lado, la propuesta de república aymara se fundamenta en las entelequias de los pueblos originarios que pretende ignorar dos siglos de vida independiente, el incesante y abrumador proceso de mestizaje y la construcción del Perú y la peruanidad.
Finalmente, el Perú no existe sin el mestizaje entre la herencias andina y española, sin el español y sin las masivas migraciones andinas que se han apoderado de Lima y las principales ciudades del país y que han construido los colores y los humores de la peruanidad.
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