A través de la prensa de los Estados Unidos se acaba de...
Unos días atrás el presidente de Argentina, Javier Milei, llamó “comunista asesino” al presidente Gustavo Petro, luego de que el jefe de Estado colombiano –durante la pasada campaña electoral rioplatense– señalara que entre las propuestas de Milei y los dictadores Augusto Pinochet y Rafael Videla existían similitudes.
El ataque de Petro y la respuesta de Milei, más allá del histrionismo de los gestos, revela la intensa confrontación ideológica que atraviesa a los países de América Latina luego de que, hace pocos años, la izquierda ganara la mayoría de los gobiernos de la región. Apenas llegados al poder, los gobiernos chavistas dejaron en claro que no entienden los problemas de la gobernabilidad, del crecimiento y de la reducción de pobreza de los países, y de una u otra manera, paralizaron verdaderos milagros económicos planetarios. Las recesiones económicas en Chile y Perú son claros ejemplos de la imposibilidad de la izquierda chavista de construir países y enfrentar la pobreza.
En cualquier caso, la izquierda castrochavista es muy eficiente organizando fábulas y relatos para convertirse en oposición y manipular la esperanza ciudadana; pero cuando llega al gobierno fracasa, porque solo es una suma de relatos e ideologías y no tiene capacidad para gobernar. De alguna manera los países de la región comienzan a sacudirse de las fábulas izquierdistas y eligen administraciones desde el centro a la derecha. La elección de Javier Milei es el ejemplo paradigmático de esa nueva tendencia.
América Latina atraviesa esta evidente guerra ideológica y cultural en el preciso momento en que se ha convertido en la región que menos crece en el planeta, y de seguir esta tendencia en los próximos años, se convertirá en el área con mayores problemas de desarrollo en el mundo. Ese es el legado de las izquierdas no obstante que, algunas décadas atrás, los migrantes asiáticos solían establecerse en América Latina. Hoy sucede todo lo contrario.
Para el 2024 el Banco Mundial considera que la región latinoamericana apenas crecerá 2.3% en promedio, motivo por el cual la década del 2020 podría convertirse en la década de “las oportunidades desperdiciadas” si no hay una corrección de rumbo. El crecimiento regional está detrás de la proyección de expansión del 2.4% para Europa, del 3.5% para Oriente Medio y el norte de África, y el 4.5% para el Asia Oriental y el Pacífico. Si América Latina no retoma las reformas estructurales postergadas (desregulación, reforma educativa, reforma de salud y solución de problemas de infraestructuras) y corrige el rumbo, una nueva década pérdida asomará en la región.
Para corregir rumbos se necesita derrotar las narrativas de la izquierda con respecto al modelo económico basado en la economía de mercado. Y en ese objetivo es fundamental que triunfen las reformas económicas que ha emprendido el gobierno de Milei en Argentina, y que se conviertan en un nuevo paradigma de los países emergentes y de la región. ¿A qué nos referimos? El modelo de economía de mercado en Latinoamérica, de una u otra manera, ha sido caricaturizado como “el modelo neoliberal de dictaduras o regímenes autoritarios, tales como el de Pinochet y Fujimori”. Semejante relato fue fundamental para organizar las fábulas chavistas.
El éxito de las reformas económicas de Milei asociará la economía de mercado y la libertad económica a la democracia y al régimen republicano y los intentos de la izquierda de fabular sobre la libertad se estrellarán contra la realidad. Pero no solo se trata de construir paradigmas para nuestra región. Recuérdese que el camino al desarrollo de los países del sudeste asiático, en sus inicios, estuvo ligado a regímenes autoritarios y burocracias militares que surgieron para contener el avance comunista en Asia.
El triunfo de las reformas de Milei en Argentina, uno de los gigantes de la región, pues, no solo tiene que ver con los latinoamericanos, sino también con la posibilidad de un nuevo paradigma para todos los países emergentes.
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