A través de la prensa de los Estados Unidos se acaba de...
La comisión de Relaciones Exteriores del Congreso ha acordado declarar persona no grata a Evo Morales por “su negativo activismo político en Perú y su evidente injerencia e intromisión en la agenda política, social y económica del gobierno del Perú, en claro perjuicio de los intereses del pueblo peruano”.
Sin embargo, a nuestro entender, no es suficiente. Lo mismo debe hacer el Congreso en pleno y el Estado peruano como tal. Es la única manera de hacer respetar la Constitución y nuestras leyes frente a la inaceptable intromisión del ex presidente boliviano.
La respuesta de Morales ante la decisión de la Comisión de Relaciones Exteriores ha sido la de acusar de “racismo”. El viejo argumento populista en sociedades con tradiciones andinas y mestizas.
Desde que el presidente Castillo asumiera el poder, Morales ha desarrollado tres viajes al Perú, y ha utilizado vehículos y la seguridad oficial, mientras él se proclamaba una especie de guía intelectual del presidente Castillo y los dirigentes de Perú Libre. El jefe de Estado peruano, incluso, ha convertido al liqui liqui boliviariano –la vestimenta oficial de Evo– en su traje oficial.
Pero más allá de cualquier aspecto simbólico, Evo Morales ha agitado propuestas que dividen a los peruanos y desencadenan enfrentamientos y guerras políticas impensables. Por ejemplo, ha hecho propaganda a la propuesta de la asamblea constituyente plurinacional y con equidad de género; igualmente, ha formulado la propuesta de una república aymara, que incluirīa territorio nacional y fracturaría la unidad del Estado peruano; y asimismo, ha planteado criterios para la política antidrogas que incluyen la expulsión de la DEA de los Estados Unidos.
¿Cómo las autoridades de una república pueden permitir que el expresidente de un país vecino ingrese a su territorio para agitar la fractura nacional de su propio territorio? Es algo absolutamente inimaginable. La pregunta vale para el Congreso y el propio presidente Castillo.
En este contexto, Evo Morales ha anunciado a través de sus redes sociales la convocatoria de Runasur, un encuentro latinoamericano de supuestos pueblos originarios, para los días 20 y 21 de diciembre en el Cusco. Pero lo más grave de todo ha señalado que el evento se realizará con el apoyo del presidente Pedro Castillo. Si esto fuese así, entonces el proyecto de Morales contaría con el apoyo del jefe de Estado, algo que significaría un acto de extrema gravedad para el sistema republicano.
La reunión de Runasur o el Segundo Encuentro de los Pueblos del Abya Yala tiene por objeto “la reconstitución de la América Plurinacional de nuestros ancestros”, se lee en la convocatoria del evento en el Cusco.
La decisión del eje bolivariano de utilizar el Cusco –la milenaria capital del imperio de los Incas–, para relanzar una estrategia multiculturalista que pretende fracturar los estados organizados luego de la independencia para organizar repúblicas soviéticas en base a las entelequias llamadas “pueblos originarios”, representa una verdadera bomba nuclear contra la peruanidad.
Desde la independencia de la metrópoli, la idea de Perú, la construcción de la peruanidad y la organización de un sistema republicano están asociadas al mestizaje, que integra nuestra herencia andina y española. En el Perú, hoy lo indígena y español reverberan en Lima, la ciudad andina y mestiza más grande de toda nuestra historia republicana.
En ese escenario un ex presidente que ha fracasado en todas las líneas en organizar la prosperidad y la libertad en Bolivia, pretende decirle a los peruanos cómo construir la idea de Perú y busca fracturar el territorio nacional. Inaceptable desde cualquier punto de vista.
El país no solo parece una republiqueta bolivariana cuando se anuncia el cierre unilateral de minas –violando la Constitución, las leyes y el respeto a los contratos–, sino también cuando aceptamos la injerencia política de un ex presidente extranjero que busca desgajar el territorio nacional.
¡Todos los peruanos deben reaccionar!
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