A través de la prensa de los Estados Unidos se acaba de...
Ecologista toma la delantera en la campaña electoral
Un golpe de timón sorprende en la campaña electoral del Brasil: la candidata del Partido Socialista de Brasil (PSB), Marina Silva, se perfila de pronto como favorita para ganar la presidencia al superar en las encuestas a quienes eran los favoritos hasta hace poco: la presidenta Dilma Rouseff (Partido de los Trabajadores PT) y el opositor centroderechista Aécio Neves (Partido Social Demócrata de Brasil). El gigante de Sudamérica, al parecer, no sabe qué camino emprender: o se avanza en reformas pro mercado o se profundiza el estatismo La trayectoria de Marina Silva es sorprendente. Fue ministra de Medio Ambiente del gobierno Luis Ignacio Lula da Silva, pero se alejó del régimen del PT porque asumió los criterios del ecologismo radical. Es conocida su abierta oposición a la construcción de la represa de Belo Monte, la tercera del planeta en producción de energía, que le permitirá al gigante sudamericano continuar persistir en el crecimiento y la reducción de la pobreza Pero, ¿cómo explicar este fenómeno político? Según los analistas internacionales, se han sumado varios hechos que en conjunto han determinado el ascenso vertiginoso de la candidatura de Silva, una mujer con una historia llamativa: Salió temprano de un hogar de 11 hermanos, aprendió a leer a los 16 en un convento donde trabajó como doméstica, y se enroló luego en el Partido de los Trabajadores por el cual fue senadora a los 36 años, en 1995. Una década después se convirtió a la religión pentecostal y fue ministra del Ambiente del primer gobierno del PT bajo la presidencia del líder máximo de ese partido, Lula da Silva. Unos años después renunció al PT tras declararse hastiada de la corrupción y tras oponerse a la construcción de Belo Monte. Desde entonces trabajó en formar un partido político ecologista que, tras sortear infinidad de obstáculos puestos desde el gobierno, desarrolló una convergencia con el Partido Socialista (PSB), convergencia en la que el marxismo se entremezcla con el ambientalismo. La ventaja de Silva, quien es reconocida por personas cercanas a ella como una neófita en asuntos económicos, es que su rompimiento público con el PT la proyecta como alguien ajena al statu quo político, una independiente. Otro factor que al parecer incide mucho a su favor es su conversión en pentecostal: uno de cada cuatro brasileños profesan esa religión hoy en día. Las circunstancias en que llegó a ser candidata, tras la muerte trágica del candidato del PSB Eduardo Campos en un accidente aéreo, también ha contribuido a su ascenso. En la última encuesta de la red O Globo y el diario Estado, Silva ha alcanza el 29% de las preferencias, diez más que Neves y solo cinco menos que Rouseff. Y en una segunda vuelta con Rousseff, según el mismo sondeo, le ganaría con el 45% de los votos, frente al 36% de la presidenta. La pregunta es si realmente Marina Silva representa las aspiraciones de cambio que ven en ella probablemente aquellos que salieron a las calles a protestar contra la ineficiencia, la corrupción y el derroche de recursos del Estado en los meses previos al la Copa del Mundo. Lamentablemente, su perfil político indica que no, más bien sería, en caso de ser elegida, una prolongación del régimen populista y mercantilista del PT, tal vez menos corrupto. Cuando el creciente malestar social en Brasil hacía presagiar el final del populismo y la demagogia izquierdista que han estancado a ese país, ha surgido una ecologista que despierta infinidad de preguntas, porque la desaceleración económica no ha generado una voluntad a favor de reformas pro mercado. Brasil se desconcierta y, en vez de saltar con firmeza hacia adelante, se sumerge en un mar de dudas.
La historia a veces nos juega extrañas pasadas. Se supone que el radicalismo bolivariano estaba en caída libre por la falta de papel higiénico en Venezuela y la militarización de los precios en los supermercados de Argentina. Se supone que, en este contexto, Brasil tenía que avanzar hacia nítidas reforma pro mercado para resolver los problemas causados por las inconsistencias del PT, pero ahora el gigante sudamericano parece desorientado y en busca de un camino.
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