Globalización

Bisagras y camisas de fuerza

Bisagras y camisas de fuerza
  • 09 de junio del 2014

Chile propone acercar la Alianza del Pacífico al Mercosur.                                                                                                                                

El gobierno de Michelle Bachelet en Chile, definitivamente, se ha posesionado del flanco izquierdo del espectro político. No solo ha lanzado la reforma tributaria para incrementar el impuesto a la renta y terminar con las exoneraciones a la reinversión de utilidades, dos pilares, vigas maestras, del llamado milagro económico chileno, sino que se ha propuesto modificar la política internacional del país del sur.

Recientemente el canciller chileno Heraldo Muñoz ha propuesto que la Alianza del Pacífico (AP) se acerque al Mercosur, lanzando evidentes regalos a Brasil y Argentina. Chile, entonces, se propone ser “una bisagra” entre los países del Pacífico y los del Atlántico, según el canciller mapocho.

Sin embargo, esas bisagras siempre han existido y, en muchos casos, de manera cómplice y timorata. Por ejemplo, los presidentes Juan Manuel Santos de Colombia, Ollanta Humala de Perú, el ex mandatario Sebastián Piñera de Chile , países que integran la AP (junto a México), se han mimetizado con las opiniones de Brasil y Argentina en la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur), cuando se ha tratado de salvarle la cara al régimen chavista de Venezuela. En el caso de Santos, incluso, se sabe que ha recibido colaboración directa de Venezuela para llevar adelante las conversaciones con las Farc en la Habana. Si siempre estuvieron moviéndose allí, bien aceitadas, ¿qué bisagras se pretenden crear?

Lo que sucede es que el gobierno de Bachelet está pagando caro su alianza con el Partido Comunista de Chile. ¿A qué nos referimos? No obstante que los países de la Alianza del Pacífico siempre establecieron una diferencia clara entre integración económica e integración política, algo así como dos modelos económicos en Sudamérica en medio de buenas relaciones políticas, los países bolivarianos (Venezuela, Bolivia y Ecuador y “los estrategas cubanos””) lanzaron toda la artillería que tienen contra la Alianza del Pacífico: alianza neoliberal, estrategia yanqui en América, penetración imperialista en Sudamérica. La razón es simple: mientras falta papel higiénico en Venezuela y se militarizan los supermercados en Argentina, los países de la AP crecen sostenidamente, reduciendo la pobreza y respetando la democracia y la libertad.

El gobierno de Bachelet, pues, no quiere construir las bisagras entre el Pacífico y el Atlántico, sino que le hace el juego a las estrategias bolivarianas que buscan debilitar la convergencia económica sobre la base del libre comercio y el libre tránsito de personas y bienes entre Chile, Perú, Colombia y México.

Mientras otros países observadores desean incorporarse a la Alianza, el Mercosur hace agua por todos lados. Los empresarios paulistas, en más de una ocasión, se han quejado contra el estatismo y el proteccionismo del acuerdo comercial al que están atados. "Necesitamos librarnos de esa camisa de fuerza (el Mercosur), pues no vamos a concluir ningún acuerdo teniendo a Argentina y Venezuela como socios", ha señalado Roberto Gianetti da Fonseca, de la Federación de Industrias de Sao Paulo (FIESP). Así se expresa el representante del pulmón y corazón industrial del Brasil. Algo más: La Confederación Nacional de la Industria del Brasil (CNI), en un comunicado, ha dicho lo siguiente: "Brasil quedará aislado si no busca nuevos acuerdos comerciales".

La intolerancia de los regímenes bolivarianos no solo radica en la exclusión de la oposición política y la cancelación de las libertades, sino también en la imposibilidad de aceptar un modelo económico diferente al otro lado de la frontera. Debe ser devastador para el régimen de Maduro contemplar cómo el país llanero, con una de las mayores reservas de petróleo del planeta, no cuenta con papel higiénico, huevos y leche, mientras que en Perú, Chile y Colombia se crece y se reduce la pobreza. Algo parecido sucedía con los jerarcas de la ex República Democrática Alemana (pro soviética) con la pujanza de Alemania Occidental antes de la caída del Muro de Berlín y la reunificación germana. Las campañas eran parecidas.

Las bisagras en Sudamérica funcionan a la perfección para la política, pero hay dos modelos económicos: uno racional y otro que es el reino de la enajenación. ¿A alguien se le ocurriría debilitar la Alianza del Pacífico y probarse la camisa de fuerza del Mercosur que denuncian los empresarios paulistas? Ojalá que no y que todo sea luces de artificio.

  • 09 de junio del 2014

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