A través de la prensa de los Estados Unidos se acaba de...
El virtual empate en las elecciones de España entre el Partido Popular (PP) y el Partido Socialista Obrero Español –con ligera ventaja para la centro derecha; ventaja que, sin embargo, no permite formar gobierno a una eventual coalición del PP y Vox– ha despertado un enorme interés en América Latina, como nunca antes había sucedido. En los diarios principales de la región, canales de TV y portales web y medios digitales se perciben las repercusiones del empate entre los viejos partidos de la transición española y las interrogantes sobre el futuro de la península ibérica se multiplican de aquí para allá.
¿Cómo explicar el inusitado interés de las elecciones españolas en Hispanoamérica? Una posible respuesta es que la actual globalización y la explosión de las comunicaciones digitales simplemente han barrido las fronteras físicas y han acercado y distanciado a las naciones del planeta, según las identidades culturales.
Todo indica que el mundo, de una u otra manera, enfrenta un renacimiento de las viejas identidades nacionales, frente a los fenómenos cambiantes y líquidos de la globalización. Por ejemplo, ante el surgimiento de una potencia como China; un país que, si bien tiene cercanías económicas con la región por la multiplicación de inversiones, las distancias culturales e históricas con nuestra región son evidentes. Asimismo, ante los choques culturales provenientes de la inmigración indiscriminada en Europa –es decir, en la cuna de la cultura occidental— que promueve el progresismo, y que ponen en peligro los estados de derechos, de alguna manera emerge una identidad cultural iberoamericana por negación a estos fenómenos.
Creemos que este tipo de tendencias puede revelar el desbordado interés de los latinoamericanos en las elecciones españolas. En ese sentido, nos parece que estamos ante una excelente noticia. ¿Por qué? Acabamos de contemplar cómo la decisión de Francia de ignorar sus tradiciones culturales –desde la revolución francesa hasta el progresismo de hoy– ha dejado a la sociedad gala inerme frente al avance cultural de las versiones fundamentalistas del islamismo y otros extremismos religiosos; como el marxismo anticapitalista, pero de carácter profano.
Algo más. Cuando en la región observamos que los viejos partidos comunistas se disuelven y desarrollan la guerra cultural como principio estratégico y táctico, para todos se vuelve evidente que la cultura es un factor fundamental para construir un modelo de sociedad.
En ese contexto, vale recordar que la cultura occidental es la que ha organizado los mayores espacios de las libertades políticas, económicas y sociales, sobre la base de varias tradiciones, entre ellas el cristianismo, la herencia del derecho romano, el capitalismo y la empresa privada. De alguna manera, América Latina comparte todas esas tradiciones, excepto la revolución industrial que desata el capitalismo, reduce la pobreza, construye clases medias y posibilita organizar Estados de derechos; es decir, sistemas de gobierno en base a las instituciones que controlan el poder.
El interés de la región en las elecciones españolas, pues, es una excelente noticia para el futuro de las libertades en Hispanoamérica, sobre todo luego de que la ofensiva cultural del progresismo, que llevó al gobierno a representantes del eje bolivariano en Perú, Chile y Colombia; y después de la consolidación de las dictaduras comunistas en Cuba, Venezuela y Nicaragua. De alguna manera estos hechos revelan que Hispanoamérica comienza a despertar y a revalorar sus tradiciones culturales mestizas, que no se pueden explicar sin la convergencia de las culturas originarias y la hispanidad luego de la Conquista.
Revalorar nuestras tradiciones y desarrollar el capitalismo son las condiciones para que América Latina se convierta en el rostro moderno de Occidente, de la hispanidad.
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