Desde las reformas económicas de los noventa, la Consti...
El Movadef, el Sutep-Conare y el Fenatep, organismos vinculados al maoísmo y el senderismo, han anunciado que se oponen al inicio del año escolar, luego de que el Ministerio de Educación (Minedu) informara que este 13 de marzo comenzarán las clases a nivel nacional. De esta manera, la insurrección en contra de la Constitución y el Estado de derecho que desarrollaron las vanguardias comunistas –después del fallido golpe de Estado de Pedro Castillo–, luego de ser derrotada a nivel nacional, se repliega a algunas provincias del sur intentando bloquear el año escolar.
Según todos los informes, las clases escolares estarían en peligro en la región Puno –sobre todo en Juli, Ilave y Azángaro– afectando a más de 300,000 estudiantes de educación básica. Asimismo, en las provincias de Canchis, Espinar y Chumbivilcas del Cusco, y en las de Apurímac vinculadas al corredor minero del sur, el inicio del año escolar estaría en cuestión. Si bien las cosas no son dramáticas en Andahuaylas y Ayacucho, igualmente existe preocupación con respecto al inicio de las clases. En otras palabras, el inicio de las clases de alrededor de un millón de estudiantes de un total de más de siete millones de educación básica a nivel nacional, deberían ponerse entre interrogantes.
¿Por qué las organizaciones vinculadas al maoísmo y el senderismo pretenden bloquear el inicio del año escolar en algunas provincias del sur? ¿Cómo se puede condenar a los niños más pobres a menos educación y exclusión? Luego del fracaso de la insurrección nacional contra el Estado de derecho, las corrientes comunistas, en alianza con el Movimiento de Acción Socialista de Evo Morales (de Bolivia), pretenden establecer zonas liberadas de la autoridad de la Constitución. Bloquear el inicio del año escolar es desaparecer toda presencia del Estado con la sociedad y las familias de algunas provincias sureñas. Sin embargo, la audacia maoísta también tiene un talón de Aquiles estratégico: a nuestro entender el rechazo de las familias contra el bloqueo del inicio del año escolar se convertirá en un tsunami devastador para las corrientes comunistas.
En este contexto, el Sutep oficial, vinculado a Patria Roja –que pretendía ser desplazado por el Sutep-Conare y el Fenatep, con el apoyo del Gobierno de Castillo– acaba de anunciar que respalda el inicio del año escolar. Una buena noticia, no obstante que Patria Roja apoyó las recientes oleadas insurreccionales.
En cualquier caso, el inicio del año escolar se convertirá un capítulo decisivo en la defensa de la Constitución y el Estado de derecho frente a la propuesta de la constituyente y la construcción de un sistema de soviets en el sur del país. El Ejecutivo, el Congreso, el Ministerio Público, el Poder Judicial y los partidos políticos, deben entender que la defensa del inicio del año escolar tiene el mismo valor que la defensa que las instituciones tutelares desarrollaron frente al golpe de Castillo. Si ganan las corrientes comunistas y colectivistas, la violencia podría volverse endémica y, como en Colombia, nos estaríamos acostumbrado a vivir con zonas liberadas del Estado de derecho.
Por otro lado, vale recordar la obsesión por controlar la educación que suelen desarrollar las corrientes maoístas. Durante los años previos al terror senderista de los años ochenta, el maoísmo controló el movimiento estudiantil en las universidades y el sindicato magisterial. El resultado: el terror senderista. De allí que diversos investigadores señalen que la guerra de Sendero Luminoso fue una guerra de maestros y estudiantes.
Igualmente, durante el Gobierno de Castillo, todos contemplamos la obsesión del maoísmo por controlar el magisterio a través de la Fenatep y manipular el sistema curricular para convertir a la escuela pública en un centro de adoctrinamiento marxista.
Por todas estas consideraciones, no sería nada extraño que si fracasa el inicio del año escolar en algunas provincias del sur, las corrientes comunistas organicen “escuelas populares del pueblo” para adoctrinar a “futuros pioneritos”, tal como sucedía en el VRAEM. ¡No lo permitamos!
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