¿Por qué la gran minería es el eje de la minería moderna del siglo XXI?

En el Perú ha fracasado la formalización minera y, en algunas regiones, la minería ilegal amenaza a la minería moderna, que paga impuestos, preserva el medio ambiente, genera empleo formal y reduce la pobreza. ¿Tiene que ver el fracaso de la formalización minera con el avance de la minería ilegal?

De alguna manera, la minería ilegal que en Pataz se alía con el crimen organizado pretende desarrollar un rostro social presentándose como “la pequeña minería” excluida por los grandes, por los poderosos, por la gran minería. En ese contexto, incluso, la minería ilegal se propone financiar a las fuerzas antisistema, a los movimientos anticapitalistas.

La estrategia del rostro social de la minería ilegal puede tener algún efecto en algunas bancadas legislativas y grupos políticos influidos por el discurso de los progresismos, los neocomunismos y los comunismos. Finalmente, pegarle a “la gran minería evita que te califiquen de derechista y procapitalista”. De estas estrategias, sorprendentemente, también participan las oenegés anticapitalistas que han construido todos los relatos y narrativas contra la gran minería supuestamente invocando la defensa del medio ambiente.

Es hora de poner los puntos sobre las íes en el debate. La única minería que posibilita preservar el medio ambiente y elevar la productividad hasta niveles que beneficien a toda la sociedad es la gran minería; es decir, la minería intensiva en capital y capaz de reunir las tecnologías y procedimientos más avanzados para desarrollar una industria limpia. Cuando analizamos la mediana minería las posibilidades son menores y con respecto a la pequeña minería las limitaciones se hacen más evidentes. Es un asunto de capital y tecnologías.

Por ejemplo, imaginemos que Las Bambas, uno de los proyectos de cobre más grandes del Perú, es reemplazado por miles de pequeños mineros que tienen diferentes niveles de capital y tecnología. Es incuestionable que la fragmentación y la dispersión de la producción tenderá a crear informalidad y complicará la recolección de los impuestos por el fisco nacional. Por otro lado, la falta de estandarización en las tecnologías de producción terminará destruyendo el medio ambiente que, supuestamente, suelen defender las oenegés anticapitalistas para desarrollar sus relatos en contra de la minería moderna.

Por todas estas consideraciones, ahora que se constata el fracaso de la formalización minera y se deben cerrar los plazos establecidos en el Registro Integral de Formalización Minera (del Ministerio de Energía y Minas), que vencen en diciembre de este año, y se debe proceder a aprobar una nueva ley de pequeña minería, es fundamental entender que el eje principal de la minería moderna en el siglo XXI es la gran minería. Es decir, la gran inversión de corporaciones de talla mundial.

En el Perú la legislación ha alentado la inversión de la gran minería y, por esas razones, la minería moderna nacional desarrolla los más altos estándares tecnológicos en la preservación del medio ambiente y no tiene nada que envidiar a la minería de potencias mineras como Canadá, Australia y Chile, por ejemplo.

Durante las últimas tres décadas las exportaciones mineras se han incrementado exponencialmente. El 2023 las exportaciones totales del país sumaron más de US$ 64,000 millones, de las cuales alrededor de US$ 40,000 millones corresponden al sector minero. Asimismo, en las últimas décadas se convocaron más de US$ 60,000 millones en inversiones mineras y, dependiendo de los precios de los minerales, el canon puede representar más de S/ 10,000 millones para las regiones. Una situación que ha creado un empoderamiento de las provincias sin precedentes.

Sin el aporte de la gran minería sería imposible imaginar que el PBI se haya cuadruplicado, que la pobreza se haya reducido del 60% de la población a 20% antes de la pandemia (luego del gobierno de Pedro Castillo ha comenzado a subir) y que el Perú se haya convertido en una sociedad de ingreso medio.

De allí la enorme importancia de preservar la legislación sobre la gran minería como paso previo para adoptar una nueva estrategia de formalización.