Algunos días después de la APEC, poco a poco, el Per&uac...
Por su geografía y por su dotación de recursos naturales el Perú debería ser una potencia mundial, superior al promedio de países desarrollados en Europa y Asia. El potencial del Perú en minería, en agroexportaciones, en turismo, en pesca y otros sectores lo convierte en un protagonista mundial. En el caso de las agroexportaciones el asunto es dramático, si comparamos el nivel de pobreza y atraso de la mayoría de minifundistas que conducen cerca del 95% de las tierras dedicadas a la agricultura.
¿Por qué es un drama? Porque el potencial agroexportador del país solo se ha desarrollado sobre el 5% de las tierras que se ganaron al desierto, a través de diversos proyectos hídricos. El sector moderno de la agricultura se desarrolla en apenas 250,000 hectáreas. En ese pequeño espacio de la agricultura se multiplicaron los envíos al exterior de US$ 651 millones a más de US$ 10,000 millones en la actualidad, se convocaron más de US$ 20,000 millones en inversiones y el empleo formal creció de 460,000 –entre directos e indirectos– en el 2004 a más de un millón en la actualidad. Por otro lado, los salarios de los trabajadores de la agroexportación se ubicaron por encima del promedio de la remuneración mínima vital nacional y la pobreza en las regiones agrarias bajó debajo de la media nacional. Hoy, por ejemplo, la pobreza en Ica se sitúa en 6.9% mientras la pobreza en el país casi se acerca al 30% de la población.
Cualquiera sea el ángulo de análisis sobre las agroexportaciones todo es positivo, a menos que se desarrollen campañas para favorecer los intereses comerciales de los competidores internacionales del país. Por ejemplo, para beneficiar a productores de países europeos, algunas oenegés levantan leyendas y mentiras sobre supuestas violaciones a los derechos laborales de los trabajadores de la agroexportación peruana. Un verdadero crimen contra los pobres del área rural nacional.
El asunto se vuelve inimaginable para cualquier peruano de buena voluntad cuando se repara que el Perú tiene el potencial para ganar un millón de hectáreas al desierto de la costa peruana mediante diversos proyectos hídricos que represarían ríos de la sierra para luego regar los desiertos y convertirlos en oasis de frutas y legumbres. La geografía, el azar, ha determinado las condiciones del país para convertirse en una potencia agraria del planeta.
Si el país tuviese inversiones agroexportadoras en alrededor de un millón de hectáreas abreviaría su camino al desarrollo, porque cerca de la mitad de la población pasaría a la condición de clase media, la pobreza se ubicaría por debajo de un dígito –como en Ica–, la economía se diversificaría a niveles no pensados con una industria de servicios y de manufactura para las agroexportaciones, y las universidades del país se reformarían obligadas a desarrollar investigaciones científicas y académicas para atender las demandas de información del sector.
Algo más. Con inversiones de un millón de hectáreas en agroexportaciones surgirían nuevas ciudades impulsadas por una nueva clase media agraria modificando para siempre el rostro urbano del país.
¿Cómo es posible entonces que algunas oenegés anticapitalistas levanten leyendas y mitos contra el desarrollo de las agroexportaciones? ¿Cómo es posible que las izquierdas comunistas y progresistas hayan promovido la derogatoria de la ley de Promoción Agraria, ley 27360, una de las herramientas legales decisivas para el actual boom agrario? ¿En qué momento algunos peruanos se convierten en enemigos del país por simples estrategias de financiamiento? Devastador.
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