Algunos días después de la APEC, poco a poco, el Per&uac...
Sobre las nuevas estrategias de la izquierda contra este bloque comercial
Hoy la Alianza del Pacífico (AP), que integran México, Colombia, Chile y Perú, representa un bloque comercial que muy pocos cuestionan. La entrada en vigencia del Acuerdo Marco eliminará el 92% de los aranceles del comercio entre los países integrantes de la AP y, de pronto, emergerá un bloque comercial que sigue creciendo y reduciendo pobreza en América Latina, que concentra el 40% de la inversión extranjera directa en la región, el 50% del comercio total, y el 33% del PBI.
Pero, ¿en dónde reside la clave del éxito de este bloque comercial? Es evidente que los cuatro países integrantes tienen una misma política macroeconómica y han implementado casi los mismos Tratados de Libre Comercio (TLC) con los Estados Unidos, China, Europa y otros países asiáticos. Pero, cuando la AP recién empezaba a gestarse, la izquierda latinoamericana enfiló sus baterías contra esta convergencia comercial integracionista.
Al respecto, vale recordar que la izquierda latinoamericana acusó a la Alianza del Pacífico de ser una estrategia imperial de los Estados Unidos para “destruir la integración latinoamericana” que aquella impulsa a través la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur), la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac) y la Alianza de los Países Bolivarianos (Alba). La propuesta de integración de la izquierda es política antes que comercial.
Con la crisis del régimen chavista todas estas iniciativas de “integración” comenzaron a desmoronarse mientras se consolidaba la Alianza del Pacífico. De allí que sea necesario recordar las fortalezas de la AP y las oposiciones que tuvo que enfrentar en América Latina, porque ahora, en la medida que no puede oponerse frontalmente, la izquierda modificará sus estrategias en contra de la integración comercial.
Por ejemplo, han comenzado a surgir iniciativas para que países como Ecuador, Bolivia, y Argentina se incorporen a la Alianza del Pacífico. Es decir, se trata de dinamitar por dentro al exitoso bloque comercial. Al respecto, el economista César Peñaranda de la Cámara de Comercio de Lima, sostiene que los países de la AP tienen una macroeconomía muy parecida, desarrollan los mismos TLC y, sobre todo, el crecimiento y el desarrollo se basa, principalmente, en el aporte del sector privado.
Aceptar la presencia de países que tienen políticas macroeconómicas diferentes y, en algunos casos irresponsables, sería dinamitar las bases fundacionales de la Alianza del Pacífico, sería relativizar el concepto acerca de que la única integración que funciona se basa en el libre comercio y la inversión privada. Y, de una u otra manera, sería tratar de resucitar los proyectos de integración en base a la política, los gobiernos y las declaraciones de los mandatarios.
Mezclar el agua y el aceite en economía es imposible. Los países de la Alianza del Pacífico avanzan en la integración porque sus respectivos sectores privados son los más poderosos de la región, y para continuar expandiéndose en los mercados del planeta necesitan cooperar, creando cadenas y eslabonamientos productivos que les permitan acrecentar sus exportaciones. ¿Qué tipos de entendimientos podría desarrollar la AP con países que controlan sus precios y decretan las áreas y nichos donde los privados pueden actuar? ¿Qué tipo de negocios se podrían desarrollar en los mercados de la AP con las empresas estatales que han creado déficit e inflación en Argentina y Venezuela?
COMENTARIOS