Bendito infierno vehicular

El caos del transporte vinculado al déficit de infraestructuras

El caos vehicular se ha convertido en un problema que, en los últimos años, se ha extendido a todo el país debido al crecimiento acelerado del parque automotor y a la ineficiencia de nuestras autoridades para encarar y solucionar la principal causa, que es la carencia de infraestructuras de transporte modernas. Si bien el problema del tráfico vehicular se concentra principalmente en Lima, en provincias también ha crecido. Una investigación realizada por la Asociación Latinoamericana de Sistemas Integrados de Transporte Público revela que el caos vehicular ocasiona cada año pérdidas por 20,000 millones de dólares, y afecta a las 12 principales ciudades que albergan a más del 50% de la población - unos 15 millones de personas- , entre ellas Arequipa, Cusco, Ica, Iquitos, Juliaca, Lima. Piura y Trujillo. Dichas pérdidas, que equivalen al 13% de nuestro Producto Bruto Interno.  representan millones de horas-hombres perdidas en las empresas, pérdidas de combustible y desgaste de vehículos (4%  del total), menores ingresos en las familias (2%), y gastos para curar enfermedades ocasionadas por la contaminación ambiental (4%). A todo esto se suman las pérdidas de vidas y las personas que quedan discapacitadas de manera temporal o permanente en accidentes de tránsito. Pero el caos se ha extendido a las carreteras. Por ejemplo, en la Carretera Central y en la Panamericana también se producen grandes embotellamientos porque la capacidad de ambas vías ha sido desbordada. Por la primera transitan cada día unos 12 mil vehículos, la mitad de ellos camiones que transportan unas diez millones de toneladas de carga anuales, cuando esa vía tiene capacidad para soportar solo cinco millones. Esta realidad nos lleva a reflexionar sobre la necesidad de avanzar a paso ligero en promover nuevas inversiones. El déficit en infraestructuras de carreteras que, según un estudio realizado por AFIN, asciende a unos US$ 4,600 millones aproximadamente, se mantiene a pesar de que en el período 2007-2012 el Estado invirtió un promedio anual de 2,140 millones de dólares para reducirlo. Esto quiere decir que el Estado solo no puede y que se requiere de capitales privados, ya sea mediante inversiones netamente privadas o en Asociaciones Públicas-Privadas (APP). Lamentablemente, en el mismo quinquenio, la inversión privada en carreteras llegó a algo más de 1,000 millones de dólares, debido a la falta de estímulos y a la tramitología que retrasa la ejecución de las concesiones. Pedro Pablo Kuczynski reveló hace poco que, por ejemplo, el concesionario privado de la Carretera Central no puede ejecutar las obras de ampliación de la vía debido a la infinidad de trabas burocráticas existentes.

Todos los economistas coinciden en señalar que el Perú necesita con urgencia cerrar su déficit en infraestructuras de desarrollo, que asciende a 88,000 millones de dólares, para ser un país competitivo en la economía global. El el caso de las carreteras, es doblemente necesario porque estas también mejoran la conectividad interna, que en la década pasada contribuyó notablemente a reducir la pobreza en las zonas rurales, según una investigación del economista Richard Webb.

Creemos por eso que el paquete de medidas anunciadas por el gobierno para recuperar el ritmo de crecimiento de la economía debería incorporar una nueva política que atraiga la inversión privada en infraestructuras e impulse las concesiones en curso que se encuentran trabadas por la burocracia. Es urgente y necesario.