El pasado 21 de octubre, el abogado y escritor Gary Marroquín M...
Durante la inauguración de los Juegos Olímpicos en París un grupo de actores (drag queens) desarrollaron una parodia extremadamente ofensiva en contra de la cristiandad, una de las religiones monoteístas con más arraigo en el planeta, particularmente en las sociedades occidentales. Entre ellas, la propia Francia, país en donde se produjo la ofensa cultural y religiosa.
El histrionismo de actores varones y mujeres que se vistieron de manera provocadora para resaltar supuestas libertades sexuales y de género parodió a la Eucaristía –es decir, al sacramento instituido por el propio jesucristo en la Última Cena–, que se ha convertido en la representación sagrada central de las misas del catolicismo.
Aquellos intolerantes con las tradiciones que cultivan los demás han señalado que no se trataba de la parodia de “La última cena” de Leonardo da Vinci, sino de otro cuadro del pintor barroco holandés Jan van Bijlert (1597-1671) que también ridiculizaba a la Última Cena, pero con figuras de la mitología griega. Al margen de cualquier argumentación, lo cierto es que el progresismo pretendió convertir en profano lo que para miles de millones en el planeta debe considerarse sagrado. De allí que incluso algunos actores mostrarán sus genitales en el acto.
¿Se trata de un yerro desprevenido del progresismo planetario? De ninguna manera. Los progresismos, en todas sus versiones, sobre todo los neocomunistas, buscan erosionar las grandes tradiciones, instituciones y valores de Occidente para, supuestamente, acabar con la sociedad patriarcal, capitalista y cristiana del hombre blanco. En ese sentido atacar a la cristiandad es una gran prioridad de la agenda progresista o también llamada woke. Pretenden que se deconstruya todo, que se erosione todo, que se desplomen todas las metafísica y narrativas para salvar el planeta del capitalismo industrial, para inaugurar la libertad absoluta de los sexos con la ideología de género y acabar con el patriarcado del hombre occidental .
Lo que la agenda woke nunca reconoce es que la libertad es concreta, existe en una época histórica con todos sus condicionamientos temporales. La libertad nunca será abstracta y absoluta como se imagina el simple ejercicio racional. Las libertades e igualdades totales sólo existen en las utopías, y ya sabemos que han llenado el mundo de cadáveres y cementerios.
En ese contexto, Occidente es el espacio de la historia y del mundo en donde más se han ampliado las libertades e igualdades. En ningún otro modelo se ha conseguido tanta libertad como las sociedades occidentales. Y resulta evidente que Occidente no puede ser desligado de las grandes tradiciones judeocristianas que, a diferencia de los nuevos relatos de la Ilustración y la Modernidad, han sido validados a través de miles de años de ensayo y error. Bajo la influencia de las tradiciones judeocristianas se han redactado los mejores códigos y constituciones de la humanidad. Desde el “no matarás” y el “no robarás” hasta el ideal republicano, de una u otra manera, han florecido bajo estas tradiciones.
El progresismo, el wokismo, pretende derribar la cristiandad, el capitalismo, el republicanismo y todas las tradiciones que han construido los mayores espacios de libertad de la humanidad. He allí la explicación del brutal ataque en contra de la Última Cena de Jesucristo, que ha merecido un repudio universal.
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