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Autora de una docena de novelas, Patricia de Souza fue, sin lugar a dudas, la más importante narradora peruana de inicios del siglo XXI. En estos días De Souza estaría cumpliendo 60 años –nació en Coracora, Ayacucho, el 9 de abril de 1964–, lamentablemente murió el 24 de octubre de 2019, en París (ciudad en la que radicó buena parte de su vida), a la edad de 55 años, tras una larga lucha con una penosa enfermedad. Aprovechamos la ocasión para recordar a esta destacada escritora e intelectual –tenía un doctorado en Literatura Francesa y Comparada en la Universidad Sorbona Nueva-París 3–, autora también de libros de ensayo en los que reflexionó ampliamente sobre la condición de la mujer en el mundo de hoy.
Sus dos primeras novelas —Cuando llegue la noche (1995) y La mentira de un fauno (1998)— la presentaron como una narradora que iba casi a contracorriente de las tendencias dominantes en la narrativa peruana de su generación: la literatura light y un cierto realismo urbano y sucio (la llamada “narrativa de la juerga”). Por el contrario, en las novelas de De Souza los personajes eran intelectuales atormentados que reflexionan constantemente sobre los más diversos temas, utilizando una “retórica especulativa” (así la llamaba la propia autora), rica en imágenes e ideas.
Poco después De Souza se trasladaría a Europa, donde radicó casi el resto de su vida. Desde Barcelona nos llegaría su siguiente novela, El último cuerpo de Úrsula (2000) publicada por la prestigiosa editorial Seix Barral, una de sus obras emblemáticas, en la que se conjugan sus peculiares opciones literarias (estilísticas y técnicas) con su “demonio” más personal, el tema del cuerpo y sus manifestaciones: el dolor, el placer, el deseo o la vejez. Úrsula, la protagonista, es una periodista que, a raíz de un accidente, queda paralítica y es víctima de intensos dolores. A partir de esa experiencia y de una misteriosa soledad, ella comienza a rememorar diversos episodios de su vida para escribir un diario en el que se cuestiona a ella misma con dureza y crueldad.
Esta nueva etapa de su obra continuaría con las novelas Stabat mater (2001) y Electra en la ciudad (2006), que de alguna manera combinan y desarrollan elementos de las anteriores. Electra... cuenta la historia de Magdalena, joven escritora peruana en una constante búsqueda existencial y estética que la lleva de Lima a París, y de la literatura a las artes plásticas. El cuerpo de la novela está constituido en su mayor parte por los pensamientos de la protagonista y por la correspondencia que sostiene con su amiga y compañera de escuela Soledad, tan angustiada y llena de problemas como Magdalena.
En esta época también inició su obra ensayística, con el libro Eva no tiene paraíso (2011), en el que hace un análisis de las peculiaridades de la literatura “femenina”, reconociendo que las mujeres incursionan en la literatura desde una “marginalidad forzada”, diferente a la de los escritores “malditos” masculinos. El ensayo explica esa marginalidad apelando, de una manera multidisciplinaria, a los aportes del psicoanálisis, la semiología, la filosofía, la lingüística y la teoría literaria. De la mano de Barthes, Ricoeur, Kristeva, Lévinas, Steiner y muchos otros, el texto se va abriendo a temas cada vez más amplios y complejos. En esa línea también está su libro Descolonizar el lenguaje.
La crítica ha señalado que a partir de esos libros de ensayo, la narrativa de De Souza entra en una etapa más experimental y literariamente arriesgada. Son sus novelas de madurez –Tristán (2010), Vergüenza (2014), Mujeres que trepan a los árboles (2017)– incluso más audaces y originales que las primeras, y que acaso por eso no tuvieron la recepción que merecían. En suma, Patricia de Souza nos dejó como legado una sólida y valiosa obra literaria, de las más importantes entre los escritores peruanos de las últimas generaciones.
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