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A setenta años de la desaparición de Antoine de Saint-Exupéry.
¿Quién no ha leído, de niño, El Principito, la novela del francés Antoine de Saint-Exupéry? Como se sabe, en el libro se relata la peculiar aventura de un aviador que cae en medio del desierto y ahí encuentra al Principito, un extraño niño de otro planeta. Este niño le cuenta al aviador acerca de los más peculiares personajes que ha conocido en sus recorridos por el universo, y que muchas veces no son sino alegorías de algunos vicios y defectos humanos. Pues bien, Saint-Exupéry (1900-1944) era, además de un buen escritor, un reconocido aviador y la historia de El Principito está basada en una experiencia personal, cuando su avión cayó en el desierto del Sahara, en 1935, y debido al calor y la falta de agua sufrió todo tipo de alucinaciones. Finalmente, después de cuatro días en el desierto, fue rescatado milagrosamente por un beduino que atravesaba el desierto montado en un camello.
La gran pasión de Saint-Exupéry por la aviación se manifestó en diversos momentos de su vida, y también en su muerte, ocurrida hace exactamente setenta años, el 31 de julio de 1944. Con más de 40 años de edad, se había unido a la fuerza aérea francesa, durante la Segunda Guerra Mundial, para integrar un escuadrón de las fuerzas aliadas. La noche del 30 de julio despegó en una misión de reconocimiento, para obtener información acerca de los movimientos de las tropas alemanas al sur de Francia. El escritor no regresaría nunca de esa misión, y se le dio por muerto, aunque ni su cadáver ni los restos de su avión fueron encontrados.
Saint-Exupéry se había iniciado en la aviación en los años veinte, como piloto de servicios postales en Francia. Esos viajes lo llevarían a África y también a América, donde se casó con la argentina Consuelo Suncín. Residió en Argentina algunos años, donde fue director de la empresa Aeropostale. En 1os años treinta, la bancarrota de la empresa lo hizo seguir su otra gran vocación, la literatura, y publicó libros como Vuelo nocturno (1931), Tierra de hombres (1939) y Piloto de guerra (1942), casi todos basados en su experiencia como aviador. Este ciclo creativo culminaría con su obra maestra El Principito (1943), considerado por los especialistas como uno de los mejores libros de la literatura francesa del siglo XX y, con toda seguridad, el más leído y traducido en todo el mundo.
“Si soy abatido, no lamentaré absolutamente nada”, dejó escrito el autor francés Antoine de Saint-Exupéry ese 30 de julio antes de partir en su último vuelo. Desde entonces mucho se ha especulado sobre su desaparición. La versión oficial es que su avión fue derribado por un caza alemán; incluso hubo un aviador alemán, Horst Rippert, que afirmaba haber hecho los disparos que trajeron abajo al avión del francés. Pero nunca se pudo comprobar la veracidad de ese testimonio. Recién en 1998, fue hallado, en la isla de Riu, en el Mediterráneo francés, un brazalete con el nombre del escritor y el de su esposa grabados. Sin embargo, no se tiene todavía ninguna certeza de lo ocurrido con su avión. Con ello, el mito en torno a Saint-Exupéry continúa vigente.
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