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Obra de Gam Klutier es, ante todo, un ritual de celebración
El artista plástico Gam Klutier nació en Delft (Holanda), en 1946, y realizó estudios de Arte en Breda. Desde 1980 radica y trabaja en nuestro país, desarrollando una obra sumamente personal, en la que de alguna manera se unen lo abstracto y lo figurativo, lo estático y lo dinámico, el rigor formal y la libertad creativa. Las posibilidades pero también los límites de esta original propuesta plástica se pueden comprobar en los siete cuadros de gran formato que conforman la muestra Anotaciones, que se exhibe en la galería Luis Miró Quesada Garland, de la Municipalidad de Miraflores.
Arte casi rupestre
Figuras grises y planas, entre humanas y animales, pueblan casi con horror vacui, los grandes espacios de estos cuadros, a la manera del arte rupestre. Lo único que varía de una obra a otra son los colores de fondo (azul en uno, naranja en otro, gris en un tercero) y la aparente dinámica de las imágenes en cada composición. Dos videos que se proyectan ininterrumpidamente en la galería nos muestran el método de trabajo de Klutier: bajo el acompañamiento del piano de Juan José Chuquisengo, el artista va cubriendo, ad libitum, el lienzo con sus figuras grises, dejando que las líneas de los dibujos se convoquen entre sí, a la manera de las palabras de un poema, para finalmente colorear los espacios que quedaron libres.
“La pintura me da la posibilidad de visualizar cosas que no pasan por el pensamiento, pero que aparecen en las manos en el acto de pintar: energías, experiencia, memorias… como pintor yo me siento un instrumento, una puerta por donde pasan las cosas”, ha confesado el artista en una reciente entrevista acerca de su método de trabajo y lo “irracional” de su arte. Al respecto se puede citar el comentario de Guillermo Niño de Guzmán: “La obra de Gam Klutier es, ante todo, un ritual de celebración. Su pintura, viva y fresca, resulta un placer para los sentidos. Para él, pintar es un acto de suprema libertad”.
Contra las interpretaciones
Es cierto, hay en estas obras de gran formato mucho espíritu lúdico y libertad creativa; también mucha sensualidad y alegría. Pero no llegamos a sentir en ellos la “fuerte vinculación entre espiritualidad y obra pictórica” ni el “halo meditativo” que encuentran Lucía Pardo y Nicolás Tarnawiecki, los curadores de esta muestra, según lo expresan en el texto del catálogo. Tampoco la “exploración del subconsciente” ni la “compleja trama” que, según Enrique Planas, existe tras estos personajes aparentemente “sencillos”.
Definitivamente no son necesarios esas elucubraciones críticas ni justificaciones metafísicas para apreciar y disfrutar de la sensualidad y libertad creativa de Klutier. Como él mismo confiesa en la entrevista ya citada: “Nunca dibujo con una idea predeterminada, dibujo para generar cosas… Hay algo en mí que ya no quiere que estas imágenes sean figurativas. Son formas en tránsito, en camino hacia algo aún no reconocible”. El artista sabe que estas son obras de transición, ejercicios formales sin mucho discurso ni termas de trasfondo. Aunque los críticos quieran encontrar agudas reflexiones y afanes de trascendencia en toda obra de arte.
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