Mauricio Mulder
Una maniobra de campeonato
Sobre el reciente fallo del Tribunal Constitucional
En mi opinión —que es mi verdad y con la que no temo ni ofendo, al decir de Artigas— estamos ante una burda patraña política montada por un Tribunal Constitucional movido por consignas e inclinaciones políticas con el fin de ayudar a ocultos, pero existentes, amigos ideológicos. Para comenzar, una inusitada, diría única, celeridad descomunal para fallar en menos de un mes una causa tan complicada, mal llamada por ellos mismos "ley antitransfuguismo". Lo hacen para que el tribuno electo Augusto Ferrero encuentre los hechos consumados y el magistrado Urviola consagre su quinto voto como triunfal despedida final a sus amigos Mendoza, Ledesma, Ramos y Saldaña.
La jugada política está motivada por la acusación constitucional que un grupo de marinos retirados ha planteado contra esos cinco caballeros por haber emitido una sentencia que merece ser consagrada en el más insólito repertorio de las barbaridades jurídicas que los más cazurros abogados del mundo han construido para el consabido desprestigio de su profesión. "Que entre abogados te veas" es una maldición gitana conocida.
Ello porque quienes hoy reclaman el respeto a sus sentencias se tiraron de un plumazo la cosa juzgada y cerrada en nuestro país, modificando el voto de su propio tribunal, expedido cuatro años antes. Este TC, en los escasos lapsos en los que no anda de viaje por los lugares más exóticos del mundo, decidió convertir un voto por un “no” de un vocal retirado (Vergara Gotelli) y con el cual se confirmaba un archivamiento definitivo del caso El Frontón, en un “sí”, porque les dio la gana de decir que Vergara no quiso decir “no” sino “sí”. Y contaron de nuevo los votos de esa sentencia, y lo que fue 4 a 3 por el “no” se convirtió en 4 a 3 por el “sí”. No creo, con toda sinceridad, que haya abogado en el mundo al que se le haya ocurrido tamaño brulote. En algo, aunque sea en ser tramposos, debemos tener un título de campeones mundiales.
Y claro, los afectados han formulado ante el Congreso una acusación constitucional por manifiesta vulneración de la seguridad jurídica del país. Imagínese. Los casos cerrados y ganados en el TC: basta que alguien espere que cambien a los magistrados (estos se van el año 19) y los nuevos cambian los votos de los que se fueron y ¡asunto arreglado!
Ahora claro, tendrán pretextos para defenderse. Dirán que el Congreso los acusa porque emitieron el dictamen de la ley antitransfuguismo y lograrán que los eternos dueños del pensamiento "políticamente correcto" desaten una campaña en su defensa y recuerden el atropello que la dictadura fujimorista desató contra los tres vocales que fallaron contra la "interpretación auténtica".
El resultado será la consagración del puntillazo final a los partidos políticos elegidos por el pueblo para integrar el Congreso. El derecho de “conciencia” por encima de la institucionalidad política. Y claro, esos propietarios de la verdad universal en sus columnas de La República o El Comercio, o en sus programas de TV, volverán a decir “dónde están los partidos”, “las cúpulas antidemocraticas”, “la partidocracia fracasada”, etc.
Y luego dirán que si no hay democracia será por el fracaso de los partidos y aplaudirán, como lo hicieron con Fujimori, al demagogo que esté a la caza del poder con su manido lenguaje contra la política y sus partidos.
Mauricio Mulder
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