Juan Sheput

Una huelga que daña a toda la sociedad

Una huelga que daña a toda la sociedad
Juan Sheput
24 de agosto del 2017

Problemas no son solo educacionales, sino también sociales

La ministra Martens tiene poco más de siete meses en el cargo. Atribuirle, por tanto, la responsabilidad en la actual huelga que afecta al magisterio es un absurdo. Esta huelga se ha gestado en los años anteriores, en un periodo amplio y con manejos mediáticos que, como bien señalaba el profesor Idel Vexler, más eran publicidad que políticas públicas. Manejos que, como señala el mismo ex funcionario, dieron exclusividad en el trato a un grupo de dirigentes, lo que causó que el resto, que no se sentía representado sino más bien marginado, constituyera su propia agrupación sectorial, germinando así una explosión dirigencial.

Pero la huelga se ha agravado porque se han cometido errores. También es cierto que hubo dilataciones y falta de prontitud en la solución. Que el tema bien pudo haberse circunscrito al Cusco. Pero la realidad ahora es otra. Se tiene una huelga que afecta directamente a millones de personas y que, de persistir, va a generar forados en la sociedad.

¿Se han puesto a pensar los profesores en huelga en cuántos niños van a dejar definitivamente la escuela como consecuencia de esta situación? ¿Cuántos padres o madres tienen problemas en su trabajo pues no tienen con quién dejar a sus niños? ¿Cuántos infantes engrosarán las filas de la delincuencia o el pandillaje arrastrados por malas compañías, que encuentran en la larga huelga el momento propicio para captar a nuevos integrantes? Los problemas no son solo educacionales, son también sociales; está demostrado que una huelga en el sector educación en países como el nuestro afectan a toda la sociedad. La pérdida es muy grande para nuestro país.

Por eso es incomprensible que un partido importante como Fuerza Popular se haya dejado llevar por un rol de oposición mal entendido. Ser opositor no significa ponerse de parte de cualquiera que ponga obstáculos o haga la vida difícil al Gobierno. Ser opositor significa convertirse en alternativa sensata cuando llegue el momento del cambio de conducción del poder. Ser opositor es criticar, cómo no, pero también proponer. La actitud de Fuerza Popular, de no participar en los procesos de conversaciones que habrían permitido levantar la huelga, ha afectado a los niños, a la educación y al país, y ha consolidado a los dirigentes radicales que en otras oportunidades el fujimorismo ha dicho combatir.

Ojalá la reflexión y la madurez se impongan a las exigencias extremas de los grupos radicales. Ya se ha perdido mucho tiempo. Lamentablemente para los niños y el país será irrecuperable.

 
Juan Sheput
24 de agosto del 2017

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