Martín Taype
Rezagados a nivel digital
Según un estudio de la Corporación Andina de Fomento

El vertiginoso avance tecnológico, en un mundo globalizado, ha hecho que las organizaciones estén obligadas a adoptar nuevas herramientas y a capacitar a sus trabajadores en el uso eficiente de estas, como única alternativa para poder sobrevivir en el mercado. Una de estas tendencias es el incremento del uso de herramientas digitales. A efectos de analizar este tema y su relación con la pandemia del coronavirus voy a tomar como referencia el caso peruano.
Según un reciente estudio de la Corporación Andina de Fomento (CAF), existe una alta relación entre la competitividad de los países y sus niveles de digitalización. A esa conclusión ha llegado tras analizar indicadores de competitividad global y adopción digital (del Foro Económico Mundial y el Banco Mundial, respectivamente). Los países más competitivos son aquellos que tienen mayores niveles de digitalización.
Por un lado, el proceso de digitalización de un país comprende tanto al ciudadano como a las empresas y el Gobierno. Un ciudadano más digitalizado posee mejores herramientas para aprovechar sus habilidades. Las empresas digitalizadas aumentan su eficiencia y acceso a nuevos mercados. Y el desarrollo del Gobierno digital aumenta la transparencia en la provisión de servicios públicos.
El estudio de la CAF calcula, para 2020, un índice de resiliencia digital del hogar para los países de América Latina y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), a partir de la combinación de cuatro indicadores: i) Uso de internet para apps de salud; ii) Uso de internet para apps educativas; iii) Densidad de plataformas fintech; e iv) Intensidad de comercio electrónico. El mencionado índice mide la adopción de los países, y mientras más alto es significa que la población está más preparada para afrontar la cuarentena sanitaria mediante la digitalización de hogares.
En el caso del Perú, con un índice de 23.3 se encuentra por debajo del promedio de América Latina que tiene un índice de 30.7 y lejos de los países de la OCDE, que tienen un índice promedio de 53.8. Esto significa que, de manera agregada, la posibilidad de hogares para acceder a información sanitaria, realizar transacciones monetarias, adquirir bienes por comercio electrónico y contribuir a la educación de niños en países con un índice inferior a 30 es más limitada. Así, resulta evidente por qué una serie de medidas aplicadas por el Gobierno en el marco de la pandemia no fueron del todo exitosas.
Asimismo, de acuerdo con el estudio de la CAF, aproximadamente el 75% de las pérdidas económicas durante la pandemia habrían podido ser mitigadas en aquellos países con buena infraestructura de conectividad. En este contexto, aplicaciones digitales que habilitan el teletrabajo, la educación a distancia, la realización de trámites, la interacción social y el esparcimiento aparecen como una solución para lidiar con los requerimientos que nos impone el contexto. El factor habilitante para su uso es la conectividad. Sin embargo, en los países de América Latina la brecha digital se manifiesta en un nuevo elemento de inequidad: la desigualdad digital.
En base a lo expuesto y dado que la pandemia no se controlará en el corto plazo, el Gobierno actual y el entrante deben orientarse a fortalecer el proceso de digitalización de nuestro país. Las entidades públicas y privadas en nuestro país deberían implementar masivamente las herramientas digitales para mantenerse competitivas y subsistir. El mundo ha cambiado y tenemos que adaptarnos. En el aspecto laboral el teletrabajo ha demostrado su eficiencia, y debe mantenerse en todas las actividades que sea posible.
COMENTARIOS