Juan Sheput

Resultados de una pésima reforma política

Responsabilidad del apresuramiento de Martín Vizcarra

Resultados de una pésima reforma política
Juan Sheput
30 de enero del 2020


Siempre he señalado que una reforma, si se hace incompleta, no es una reforma. En el mismo sentido he planteado que cuando se hacen apresuradamente, los resultados generan perjuicio en lugar de beneficio. Los resultados electorales del último 26 de enero así lo demuestran. Y no estoy haciendo un análisis político, que podría venir al caso, sino de las consecuencias de una mezcla de mal diseño técnico, apresuramiento y leyes-parche que han deteriorado aún más la relación partidaria en nuestro país (pues no hay un sistema de partidos políticos).

En efecto. Candidatos con más de 100,000 votos han quedado fuera de carrera. Hay un 20% menos de mujeres que el Congreso anterior y el número de ausentes se ha incrementado, así como el de votos nulos o viciados. La cantidad de personajes con antecedentes judiciales o conflictos es de antología. Han regresado algunos parlamentarios, sí, pero que hace tres años estuvieron envueltos en escándalos o acusaciones penales muy graves. El fraccionamiento es similar al del año 2001, con la diferencia que en dicho año había políticos de experiencia en el parlamento.  Es decir la “reforma política” no es tal. Pero como no hay debate público, por la evidente parcialización de los medios de comunicación, no se señala nada de esto.

Hay otro tema más grave aún. Se ha consolidado el papel perverso del financiamiento privado en las campañas, directa o indirectamente. Los partidos que han logrado mayor cantidad de votos son los que han colocado avisos publicitarios de manera escandalosa, inundando los distritos de vallas y torres. Y son los partidos ligados a universidades, empresas o simplemente grandes intereses económicos que la ley de financiamiento no puede controlar. Es el caso de Acción Popular, Alianza por el Progreso, Unión por el Perú, Podemos Perú, Somos Perú y el Partido Morado. Los cuatro primeros están ligados a intereses universitarios, a algunas de las instituciones desaprobadas por la Sunedu,  como en los casos de Podemos de José Luna o Unión por el Perú de Virgilio Acuña. Los casos de Somos Perú o el Partido Morado tienen que ver con empresarios del sector inmobiliario, de mercados de abastos, de imprenta o cosméticos. No son partidos políticos programáticos, por tanto; simplemente representan un cúmulo de intereses.

¿Ha podido hacerse algo al respecto? No. Y es responsabilidad del apresuramiento de Martín Vizcarra, que se negó irresponsablemente a enfocar el tema como es debido, llevándonos a esta situación de mayor deterioro.  Un Congreso con este origen no va a tener la independencia que se requiere para emprender el debate de iniciativas ligadas, por ejemplo, a la reforma educativa o algún determinado tópico de índole empresarial, ni va a legitimarse sobre la base del consenso o la agenda parlamentaria. Menos aún en un año electoral. A lo que nos ha llevado la irresponsabilidad de Martín Vizcarra.

Juan Sheput
30 de enero del 2020

NOTICIAS RELACIONADAS >

La política como posibilidad

Columnas

La política como posibilidad

Cuando un elenco partidario gana las elecciones los ciudadanos esperan...

04 de abril
Los aprendices de brujo y la ley contra las ONG

Columnas

Los aprendices de brujo y la ley contra las ONG

Una polarización puede congelar a un país, inmovilizarlo...

28 de marzo
Indignación popular y censura

Columnas

Indignación popular y censura

Las sociedades siempre tienen un punto de quiebre. Sin embargo, para l...

21 de marzo

COMENTARIOS