Gustavo Rodríguez García
Regulación Universitaria Bruta y Achorada
Reflexiones sobre el controlismo de la nueva Ley Universitaria
Hace algunos días, se produjo una polémica a propósito de la negativa de una universidad peruana de retirar la invitación a dictar un curso de pregrado al profesor Oscar Súmar bajo el argumento de que su Máster obtenido en UC Berkeley no había sido reconocido en el Perú por la SUNEDU. Luego de una polémica entre Oscar, el congresista Daniel Mora y quien escribe, la propia SUNEDU emitió un comunicado precisando su interpretación de la Ley Universitaria.
Más allá de las interpretaciones que uno tenga, debo decir que me he tomado el trabajo de revisar la mayor cantidad de opiniones de usuarios en las redes sociales, en el blog del propio Oscar Súmar y en los comentarios de la nota publicada por RPP a propósito de la controversia Súmar-Mora. Dado el contenido de algunas opiniones, creo que es bueno repasar algunas cuestiones elementales.
Nadie, creo, podría oponerse a que la calidad universitaria sea la mejor posible. En eso, espero, todos podamos coincidir. La cuestión controvertida tiene que ver con las formas. Algunas personas creen que estableciendo estándares o exigencias, se asegura la calidad y eso no es cierto. Entonces desterremos de una buena vez el mito de que mayores estándares de calidad impuestos representan mayor calidad asegurada. Los estándares lo único que hacen es homogenizar los productos o servicios –reduciendo la competencia- y generan costos que además son pagados por los propios alumnos. El argumento de que no hay traslado de costos a los alumnos porque tales costos debieran ser asumidos por el Estado… debe ser descartado por la simple razón de que el Estado administra la plata de todos: el Estado no asume, lo asumimos todos.
Las personas que creen que las maestrías peruanas son de mayor calidad que algunas extranjeras por el hecho que duran más, atribuyen más créditos o aquí se exige hacer una tesis, simplemente revelan no tener la menor idea del grado de exigencia de una maestría en el extranjero. Es más… esas personas probablemente no hayan pasado un día de estudios en una de ellas.
Algunos profesionales suscribimos, a propósito de un aspecto interpretativo vinculado a la Ley Universitaria, una comunicación. En la última edición de la revista Caretas, se sostiene que los firmantes deberíamos ser transparentes en nuestras vinculaciones. Asimismo, se afirma que “tiramos la piedra y escondemos la mano” y, en mi caso puntual, se afirma que soy un “militante pepecista” devoto del libre mercado.
Sobre ello, debo decir: (i) no soy ni he sido militante pepecista o de cualquier otra agrupación política… respeto profundamente a los pepecistas como respeto todas las creencias, todos los colores, todas las tiendas políticas democráticas… no me explico de dónde se pudo sacar semejante información; (ii) en efecto, creo firmemente en el libre mercado… ¿y?; (iii) en lo referido a mis presuntas “vinculaciones”, debo decir que jamás he patrocinado una causa de alguna universidad, por lo que no sé qué vinculaciones son las aludidas salvo que se refieran a mi labor docente en varias casas de estudios tanto a nivel de pre-grado como de post-grado; y, (iv) con respecto a que tiramos la piedra y escondemos la mano… no puedo hablar por el resto pero al menos en mi caso, no he escondido nada. La Ley Universitaria me parece una ley anti técnica, contraproducente, absurda y que no debería existir. No tengo que ocultarlo… lo digo y lo firmo.
Puedo aceptar que existan defensores de la Ley… ciertamente. No puedo aceptar las defensas “brutas y achoradas”… esas que pasan por enlodar honras para expresar un punto. No estoy dispuesto a aceptar insinuaciones periodísticas sin base: soy abogado y catedrático en varias casas de estudios, he sido ponente tanto en Perú como en el extranjero, me dedico al análisis de políticas públicas de manera permanente y he publicado varios trabajos y ya cinco libros de temas diversos ya sea como autor o co-autor (como verdadero co-autor… ojo). Basta y bastará esta columna para dejar en claro que mi interés en analizar la ley universitaria y la regulación en general, tiene que ver con mi experiencia profesional y mi campo de especialidad. Estoy siempre abierto al debate técnico… pero yo no hago política y menos politiquería. Creo que todos deberíamos ser transparentes.
Por Gustavo Rodríguez
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