Heriberto Bustos
Recuperemos la honra magisterial
Se está enlodando el devenir histórico de la carrera magisterial

Con el silencio cómplice y el comportamiento tradicional de arropar a quienes siendo amigos o “parientes” comenten errores y se deslizan por el sendero de la vergüenza, muchos profesionales de la educación se han sumado al encubrimiento de las acciones inmorales realizadas de manera encubierta por el actual presidente. Pedro Castillo –tras un disfraz de pobreza, inocencia e ingenuidad– va constituyendo una gavilla de inmorales surgida como el mismísimo Lenin señalaba: del grupo lumpen de la política, acompañado de mercenarios que subsisten en el ocaso ideológico del izquierdismo del siglo pasado, ambos convocados por su mentor “ideológico”.
Dado que nuestra profesión, por las actitudes de quienes dicen ser profesores, ha ingresado en un momento de serio desprestigio, resulta oportuno señalar que los buenos profesores (calificados como tales por la colectividad), fieles a lo manifestado por José Antonio Encinas. “El más alto cargo que un ciudadano puede desempeñar en una democracia es el de maestro de escuela… Cuando la sociedad actual se sacuda del egoísmo y los prejuicios que aniquilan sus más vitales funciones y cuando el maestro de su parte, deje de lado la rutina y se transforme en líder social, entonces el magisterio habrá sobrepasado en importancia a cualquier actividad humana". Entendemos que toda profesión tiene como finalidad el bien común o el interés público, que nadie es profesional para sí mismo, pues toda carrera tiene una dimensión social de servicio a la comunidad, que se antepone a la dimensión individual.
Por ello, a quienes utilizando el sambenito “palabra de maestro” vienen enlodando el devenir histórico de la carrera magisterial, les recordamos que el compromiso y la responsabilidad profesional van acompañados de los valores de respeto, honestidad, tolerancia, entre otros. También que la adquisición de los conocimientos y las competencias profesionales van de la mano con el deber de prestar a la sociedad el servicio o bien que le compete, que no olviden lo señalado por Mariátegui: “De todas las victorias humanas, les toca a los maestros en gran parte el mérito. De todas las derrotas, les toca en gran parte la responsabilidad”.
La ética es parte de lo que nos define como seres humanos. Tomar decisiones éticas conscientes es una opción, cada uno de nosotros elige si se comporta de manera ética o no y si bien todos tenemos el derecho de actuar en libertad conforme a principios morales, también debemos ser conscientes de que nuestros actos generan consecuencias, según los juicios de valor que le otorgue la moral. En tanto muchos profesores vienen socapando los actos reñidos con la moral que protagoniza el mandatario, no debe resultarnos extraño que se adjudique a todos los docentes las limitaciones éticas, profesionales y ciudadanas de quien hoy conduce a ciegas el país.
Para recuperar la honra magisterial resulta oportuno que dejemos de ignorar que la ética permite de un lado, entender qué es lo correcto o debido por hacer y por otro, aceptar el costo de hacer lo que creemos que es correcto. En correspondencia con ello, interesémonos en recuperar el respeto y estima profesional, rectificando lo que pudiésemos estar haciendo erróneamente, dando sentido a la autocrítica. Marquemos distancia con la corrupción gubernamental evidenciada últimamente con mayor fuerza, recuperando banderas profesionales demos contenido ético al término ¡palabra de maestro!
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