Juan Sheput

¿Quién pone la agenda en el Perú?

Medios están copados por noticias vinculadas al caso Lava Jato

¿Quién pone la agenda en el Perú?
Juan Sheput
26 de febrero del 2020


Cuando uno conversa con los ciudadanos es fácil identificar el desánimo que los aflige. No se trata de problemas personales, sino de la consecuencia de ser televidentes de unos medios de comunicación que privilegian el escándalo, ya sea político, farandulero o delincuencial. En lo relativo a la política, que es lo que me atañe, ese importante espacio público que es la telecomunicación está copado por noticias negativas, en especial vinculadas al caso Lava Jato, dejando de lado la posibilidad de formar opinión sobre otros importantes temas.

Es así que el debate de las políticas públicas en el Perú es algo peor que mediocre: es muy pobre. Los principales programas de televisión dan protagonismo a fiscales, jueces, periodistas, encausados, políticos, todos ellos vinculados al caso Lava Jato. No hay espacio para hablar de cambio climático, educación, informalidad, salud, industria 4.0 o inteligencia artificial, todo es Lava Jato. Si no se tiene que ver con el tema emblemático de la corrupción, a estos programas no les interesa tu opinión, salvo que encarnes una opción de odio hacia un partido que te haga interesante ante la producción del programa.

No hay agenda política en el Perú. Y tampoco hay posibilidad de colocarla por este enfermizo afán de algunos programas televisivos de hacer monotemática la discusión pública. Esto se agrava con la participación de analistas sin experiencia política (ya Max Weber señalaba lo peligroso que es interpretar la política sin la experiencia debida) que saturan la formación de opinión con lugares comunes o repeticiones conceptuales de otras latitudes. En algunos casos lo que ellos llaman “opinión” no es otra cosa que un collage de escritos o declaraciones tomados de diversos medios de comunicación.

Es muy difícil generar así una opinión pública ilustrada y que contraste diversas posiciones. Esto ha traído como consecuencia la sensación de desorden que vivimos, a tal punto que las tendencias siempre están copadas de allanamientos, prisiones preventivas, acusaciones, destapes de audios, chats o videos, todo ello en conjunto. Se genera así un clima de decepción pública generalizada, que se convierte en campo abonado para la semilla del populismo simplón que encarna y aprovecha el gobierno. 

Hubo una época, reciente, en que la situación era así. A inicios del 2012 en RPP nació el formato de opinión variada y multitemática con “Las cinco de las siete”; y un año después, en Canal N, surge con formato similar “N Portada”. La estructura de los programas permitía abordar diversos temas, cuatro o cinco, que daban al espectador un abanico de conceptos y le permitían formar opinión sobre diversos temas. En estos tiempos no es así. Los programas se han vuelto monotemáticos, surgiendo los especialistas (por lo general constitucionalistas y politólogos) que empobrecen, por lo acotado de los conceptos que manejan, la formación de opinión en el país.

Lo peor es que nos hemos acostumbrado a la mediocridad. Por ello es necesario señalar que lo que vivimos no es normal y que así no se maneja la televisión ni la formación de opinión en otros países que pretenden llegar a un mínimo desarrollo.

Juan Sheput
26 de febrero del 2020

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