Javier Agreda

Primera nieve en el monte Fuji

Ecos de posguerra en los relatos de Yasunari Kawabata

Primera nieve en el monte Fuji
Javier Agreda
26 de noviembre del 2025

 

Nacido en Osaka, Yasunari Kawabata (1899-1972) integró el grupo de narradores japoneses conocidos como “neosensualistas”, reunidos desde 1924 en torno a la revista Literatura contemporánea, fundada por él mismo. Sus primeras obras, entre ellas La bailarina de Izu (1926), destacaron por combinar psicologismo y erotismo, así como por armonizar la estética tradicional japonesa con técnicas narrativas modernas. Títulos posteriores como País de nieve (1947), Mil grullas (1952) y, especialmente, La casa de las bellas durmientes (1961), consolidaron su prestigio internacional y lo condujeron a recibir el Premio Nobel de Literatura en 1968. En este marco se inscribe Primera nieve en el monte Fuji, volumen que reúne cuentos publicados originalmente en 1958 y que desde inicios del siglo XXI circula con nuevas traducciones al español.

Los nueve relatos —junto con una breve pieza dramática— remiten al Japón de la posguerra, un país abatido, marcado por el desánimo y por una presencia constante de la muerte. Kawabata privilegia personajes de clase media, inmersos en rutinas que transcurren sin grandes sobresaltos, hasta que un detalle mínimo —una frase, un sonido, un matiz de color— quiebra la quietud y los impulsa a revisar su situación afectiva o existencial. En “En aquel país. En este país”, que abre el conjunto, una noticia periodística sobre la fragilidad del matrimonio en Suecia y Estados Unidos lleva a la protagonista, una mujer tradicionalmente apegada a su rol familiar, a reconocer la insatisfacción que oculta tras su vida conyugal y sus encuentros furtivos con un amante más joven.

En la mayoría de los cuentos, la relación entre el estímulo inicial y el tema profundo es aún más sutil. En “Una hilera de ginkgos”, las reflexiones del protagonista sobre los matices del follaje funcionan como telón de fondo para una historia marcada por la pobreza y la orfandad resultantes de la guerra. Algo semejante ocurre en “Gotas de lluvia”, el relato más breve del libro. Aunque Kawabata cultivó los célebres “relatos del tamaño de la palma de una mano”, en este volumen es evidente que su maestría se manifiesta con mayor plenitud en las narraciones extensas, en los que las sensaciones, los silencios y las tensiones interiores alcanzan una mayor hondura.

Entre los textos más logrados figura precisamente aquel que da nombre al libro. “Primera nieve en el monte Fuji” narra el reencuentro de dos esposos separados durante la guerra. La casualidad que propicia la reunión se encadena con una serie de decisiones espontáneas —un paseo, un trayecto en tren, la visita a un balneario— que permiten reconstruir el vínculo suspendido por años. El contrapunto entre el presente y los recuerdos de la pareja, marcada por la desaparición de su hijo, culmina en un tierno redescubrimiento de los cuerpos, en el que convergen pasado y presente. En otros cuentos, como “El crisantemo en la roca” o “Sin palabras”, los recuerdos y obsesiones emergen en la forma de figuras fantasmales, dotando a la narrativa de un carácter casi visionario.

El estilo de Kawabata —preciso, sobrio y capaz de sugerir más de lo que enuncia— ha sido considerado por la crítica como uno de los más depurados de la literatura japonesa moderna. Esta cualidad permite que los relatos aborden temas de inusual densidad dentro del formato breve. Incluso anticipan discusiones actuales sobre memoria, representación y metaliteratura. “Un pueblo llamado Yumiura” y “Sin palabras”, ambos protagonizados por escritores, exploran los límites entre lo vivido y lo imaginado, así como la relación entre lenguaje y recuerdo.

Primera nieve en el monte Fuji constituye, en suma, una muestra sobresaliente del arte narrativo de Kawabata. Su lectura, a décadas de su primera publicación, permite apreciar con renovada claridad la sutileza con que el autor transforma lo cotidiano en una experiencia estética cargada de introspección, melancolía y una delicadeza difícil de igualar.

Javier Agreda
26 de noviembre del 2025

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