Raúl Mendoza Cánepa
Prensa arriba
La migración de los lectores a la plataforma digital

Ya se ha abordado antes en esta columna el tema de por qué el impreso periodístico cae en todo el mundo mientras crece la migración lectora a la plataforma digital, más rápido que la publicidad. Se ha hablado del éxito actual y sorprendente del New York Times (que luego explico), pero nada de ciertas particularidades que los directores de medios en el Perú y América ignoran.
Es verdad que el modelo de negocio tiende a cambiar porque en un pequeño aparato móvil está todo y todo lo puedes saber (con interacción incluida) en este mismo instante. Un asesinato, un terremoto, etc. Mientras recorres la ciudad en un taxi sabrás lo que ocurrió, sin importarte que no basta “saber” y que lo esencial es “estar bien informado” (que para tal fin existen profesionales de la noticia). Quizás lo que los directores de medios no comprenden es que, si seguimos en la tradición, nos acercamos a la muerte del periodismo. Ocurre cuando la gente ya no cree en la prensa y cada medio contribuye a ello al romper palitos con el rigor y también con su lector clásico.
¿Y qué tal si en el Perú la caída de las ventas es también un fenómeno de credibilidad e identidad del lector, cuya desafección se mide mal? ¿Qué ocurre cuando un medio cambia de línea y abandona a su lector tradicional? ¿Qué ocurre cuando un medio asume con menor cuidado la web que el impreso? Finalmente, ¿quién abandona a quién? Un público conservador buscará otra forma de agenciarse de noticias si el medio que lo representa ya no se identifica con sus ideas; y el público en general, con el medio que sume menos descuidos. Existe una palabra que define el éxito o fracaso de un medio: “el compromiso”.
La migración al mundo digital es otro tema, advertido desde muchos años atrás y asumido recién. Muchos medios no solo carecen de una estrategia de ingeniería digital, algunos centran su eficacia y su control de calidad en el impreso. El trabajo debería ser inverso: atender la eficiencia informativa y el control de calidad en la versión digital, haciendo del impreso un correlato de la web. En un mundo que asume el inglés como puente universal, la construcción de un mecanismo de traducción y la extensión de notas regionales (traducidas) tienen un valor tal que podría propiciar suscripciones transnacionales.
¿Y la publicidad? Desde 2011 The New York Times (NYT) ha logrado lo que se creía imposible, que sus suscripciones digitales han crecido notablemente. Primero consolidó el compromiso lector (estrategia aparte, incluido tornarse en una autoridad periodística creíble) sumando ingresos y sin preocuparse del lento crecimiento de su publicidad digital. Casi la mitad de los ingresos del NYT fueron digitales en 2018 y el diario va cuesta arriba con 4.4% más de ganancias con relación al 2017. Demostró que el cambio de modelo y de estrategia juega a favor, sin necesidad de crisparse por la deserción publicitaria.
Si el NYT creció y va en esa tendencia es por las suscripciones impresas y digitales. Crease o no, a contrapelo de nuestra convicción tradicional, solo el 31.9% de sus ganancias se debe a los anunciantes en ambas plataformas. “Genera compromiso y crece por suscripción, lo demás se dará por añadidura”, allí la clave. Tarde o temprano, las suscripciones arrastran publicidad, más aún si el medio sabe convertirse en la feria de difusión de las grandes oportunidades del mercado, lo que requiere una estrategia de posicionamiento aparte.
Periodismo diferencial y con control de calidad (y que la gente lo sepa), allí otro factor del crecimiento del NYT. Mientras unos piensan en vender o tirar sus marcas periodísticas por la borda, el NYT tiene la audacia de asumir un reto: “llegar a los 10 millones de suscriptores en el año 2025”. No es el periodismo lo que tiende a morir si se tiene visión, es el viejo modelo de negocios el que dejó de ser funcional. El éxito es la fe, mientras algunos creen que el éxito es la primicia (en la que el móvil tiene la ventaja). Correr en dos, treinta años, es un desafío que nos recuerda el dilema: “cambiar rápido el viejo chip o desaparecer”.
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